Durante los viajes normalmente la elección del hotel suele ser una tarea obligada, ¿hay que dormir en algún lugar, verdad? No obstante, raras veces pasa que el alojamiento se convierte en la parte más apasionante del viaje. Es lo que nos pasó hace 3 años cuando nos alojamos en el Dar Seffarine, un hotel que se encuentra en una casa antigua de 600 años, situada en la maravillosa medina de Fez. Pasaban los años y ya nos costaba recordar con nitidez los hermosos monumentos de la ciudad, pero todavía solo debíamos cerrar los ojos para ver el maravilloso patio de esta casa antigua o la sonrisa de las personas que nos acogían en ella.
Una estancia – una verdadera experiencia viajera
Es exactamente por esta razón que la experiencia que más esperábamos de nuestro regreso a Fez – esta vez ya con nuestro hijo, Diego -era la de volver a alojarnos en el Dar Seffarine. Han pasado varios años desde nuestra última visita y teníamos un poco de miedo de decepcionarnos por no encontrar aquella magia que encontramos en aquel entonces. El mundo cambia con tanta velocidad que las cosas bonitas a menudo suelen ser fugaces. Nos pasó muchas veces que de un restaurante que amábamos se había ido nuestro camarero favorito o directamente había cambiado algo significativo en el local y ya no nos gustaba como antes.
Por suerte, nada se cumplió aquí de nuestros temores. Cuando llegamos, nos esperó la misma acogida y las mismas caras. Kate y Alaa – los simpáticos dueños de la casa – y la familia que trabaja para ellos desde hace años nos hicieron sentir como si hubiéramos vuelto a casa. Se nota todo el fruto de la estabilidad que te dan trabajadores fieles que seguramente llevan tanto tiempo porque se sienten apreciados tanto por los dueños como por los huéspedes. La estabilidad no significa que no haya cosas que están cambiando, mejorando, si es posible. Cuando estuvimos esta vez, se estaba llevando a cabo la remodelación de la terraza para convertirla más cómoda y más segura.
Una cena como ninguna otra
Una de las particularidades de Dar Seffarine, es la cena que ofrecen cada noche. En la mayoría de los alojamientos ofrecen una cena bastante completa, pero la experiencia culinaria que pudimos vivir aquí ya por segunda vez es bien distinta de lo común por varias razones. El primero es la calidad de la comida. Hemos comido en muchos restaurantes de Marruecos y en ningún sitio hemos comido mejor que aquí – quizás el tajine de cordero que comimos en el Desierto de Merzouga podría competir. Además, hemos cenado varias veces en el Dar Seffarine y la calidad siempre ha sido extraordinaria.
El otro secreto de la cocina de Dar Seffarine es la variedad. No solo son los clásicos tajines, ensaladas y sopas que suelen ofrecen todos los restaurantes, sino platos mucho más sorprendentes, cremas de todo tipo de verduras, ensaladas con mucha fantasía y platos muy elaborados. En vez de ofrecer una carta con los platos de siempre, aquí cada noche hay un menú fijo que consiste de una sopa, un plato principal con varias ensaladas y un postre súper currado.
Cada día madre y hija se ponen en la cocina por la tarde y empiezan a elaborar los platos de la noche. Cortan con mucha velocidad las verduras, preparan las salsas y pronto todos los fogones están cubiertos por ollas. Nosotros disfrutábamos de simplemente pasar un rato mirando cómo estaban preparando todo con mucho cariño.
Mientras ellas estaban en la cocina, el hijo de la familia se puso a preparar la mesa para la cena cuidando hasta el último detalle. El patio de Dar Seffarine es un lugar maravilloso y con la mesa preparada con flores y velas es un verdadero espectáculo para los ojos.
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Sin embargo, el verdadero espectáculo llega por supuesto con la cena misma. Otra particularidad de la cena en el Dar Seffarine es que aquí todos los huéspedes cenan juntos en la misma mesa larga. No sabemos si es pura casualidad, pero cada vez hemos estado en compañía de personas muy interesante. Como si el alojamiento mágico atrajera a gente especial.
De los platos que hemos comido durante estos días no podríamos elegir uno en concreto, pero quizás el tajine con dátiles, albaricoques y almendras o la berenjena frita en salsa de tomate es la que más nos flipó.
Esperamos haberte podido transmitir nuestro entusiasmo por el Dar Seffarine, un lugar a que volveremos todas las veces que pisaremos la Medina de Fez y aprovechamos para agradecer a Kate y a Alli por hacernos sentir siempre como si estuviéramos en una gran familia.
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