El Lago Inle es una de las zonas más pintorescas que ver en Birmania. Rodeado por un entorno natural de maravilla, pequeños pueblos de pescadores con su gente amable, es uno de los destinos que más buenos recuerdos nos trajo. Aquí te contamos nuestra experiencia en el Lago Inle.
Visita a Ming Thauk
Salimos después de comer un desayuno súper rico y abundante en el hostal y tomamos la carretera hacia Ming Thauk. En el camino pasamos entre campos y pueblos, las cosas tal vez más interesantes fueron ver como cortan la caña de azúcar a mano y una serpiente grande que cruzó la carretera delante de nosotros. Fuimos a ver el mercado del Ming Thauk que es un mercado particular a que toda la gente trae su mercancía en barco.
Nosotros llegamos justo en el momento cuando el mercado se estaba acabando y vimos toda la gente cargar su mercancía de vuelta en los barcos y salir por el canal para volver a su pueblo en la orilla del lago Inle. Para nosotros este momento fue hasta mejor que el mercado porque es muy típico de la zona. Un espectáculo de colores con muchos barcos pequeños cargados de los productos locales.
Cerca del punto de carga de los barcos en los arrozales algunos niños pequeños jugaban en el barro. Nos acercamos para jugar con ellos y regalarles algunas pulseritas. El nene más pequeño era el más mono y más amigable de todos ellos.
Después de refrescarnos en la sombra de una tienda y hablar un poco con un señor local y su hija, fuimos a ver la otra parte de Ming Thauk que es un pueblo de palafitos en un río que llega al lago Inle. Para llegar allí se pasa por un puente de madera de 400 metros de largo muy bonito. Es muy agradable pasear en este puente porque cada tantos metros hay un pequeño paradero donde se puede sentar un rato en la sombra y disfrutar del paisaje.
Los barqueros de esta zona tienen una manera toda original de remar, de hecho lo hacen con una mano y un pie, exacto un pie. Esta forma de remar es usada por los pescadores que en un mano tienen la red y con la otra y la ayuda de un pie reman. Al lado del puente pasan muchos barcos pequeños de locales donde se puede contemplar esta forma de remar levantando una pierna.
Al final del puente contratamos un barquero que nos ofreció un paseo por el pueblo de palafitos.
Pasamos entre jardines y huertas flotantes, la gente desde las ventanas de sus casas nos saludaba, vimos cómo construían casas nuevas en el agua y también niños jugando.
Acabamos la visita del pueblo en un pequeño restaurante local donde se comía muy barato y el personal era muy amable. Aquí nos relajamos un buen rato durante las horas más calurosas, y casualidad volvimos a ver a algunos compañeros del grupo del trekking. En la vuelta paramos varias veces en el camino para observar las mujeres que asfaltaban la carretera, otras que trabajaban en los campos de caña de azúcar y luego fuimos a ver la puesta del sol desde una colina donde se encuentra un viñedo.
Nos despedimos de Caroline con una cena en una pizzería (últimamente nos está apeteciendo más a menudo comer comida occidental), nos sentimos muy bien en su compañía, esperamos volver a verla pronto!! Próxima parada Hsipaw!
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