El Machu Picchu es, sin duda, el principal maravilla que ver en Perú. Una experiencia que marca la vida de cualquier viajero, nosotros tampoco somos distintos. En este post te contamos nuestra experiencia en una de las maravillas del mundo moderno.
Nuestro viaje al Machu Picchu
De todas las opciones que hay para llegar de Cusco a Aguas Calientes (el pueblo que sirve como base para visitar el Machu Picchu) nosotros al principio optábamos por la versión más barata que incluye tomar varios autobuses (el tren es carísimo). Sin embargo, gracias a Willy hemos encontrado una solución cuyo coste era básicamente lo mismo, pero sin la necesidad de cambiar vehículos. Salimos por la mañana en un van con unas diez personas para la Hidroeléctrica. Esta ruta atraviesa varias montañas, en un punto pasamos por una altura de 4400 metros y luego bajamos a Santa María que se encuentra a 1050 metros, poniendo a prueba nuestros cuerpos.
De Santa María el camino sigue por una carretera malísima, muy estrecha y de ripio con unos precipios al lado muy profundos. Con los conductores medio locos que hay aquí no te da mucha ganas de mirar para fuera. Comimos en Santa Teresa y de allí nos esperó un viaje corto hasta la Hidroeléctrica donde finaliza el trayecto. Para llegar a Aguas Calientes aún nos faltaba una caminata de dos horas y media, siguiendo la línea ferroviaria. La caminata fue bastante divertida, èramos un grupo de gente y la segunda parte, la hicimos ya de noche, todo el mundo llevaba las luces frontales. En Aguas Calientes nos esperaba Wilhem que iba a ser nuestro guía. Después de ocupar el alojamiento, nos explicó el programa del día siguiente durante la cena y todos fuimos a dormir pronto.
Visita al Machu Picchu
La mañana siguiente nos despertamos a las 4 y a las 4h30 salimos del hostal para llegar al punto de control que abría a las 5. Nos esperaba una subida por escaleras que duró una horita y fue menos difícil de lo que pensábamos, a las 6 ya estábamos arriba con todo el grupo. Aquí nos esperaba Wilhem, entramos al recinto y subimos a un punto arriba de donde se podía contemplar la salida del sol. Fue un momento muy especial ver cómo el sol saliendo detrás de las montañas empieza a iluminar poco a poco esta ciudad maravillosa de los incas, aún escribiendo las líneas dan escalofríos!!
Después de la salida del sol recorrimos con el guía el recinto arqueológico que de verdad es impresionante, viendo las ruinas y escuchando las historias, se hace un viaje imaginario al pasado. Después de la visita guiada nos dirigimos a la entrada de Wayna Picchu que es la montaña que sale en todas las fotos clásicas que sacan del Machu Picchu.
A esta montaña solo dejan subir 400 personas al día en dos turnos. Las reglas cambiaron hace poco; antes entraban las primeras 400 personas que llegaban, ahora hay que reservarlo con antelación. Nosotros subimos con Yussun, una chica turca que era la única del grupo que tenía entrada. La subida es bastante empianda con escaleras cada vez más estrechitas, pero la vista desde arriba compensa por todo el esfuerzo, una belleza increíble!!
Bajamos en el otro lado de la montaña y llegamos al Templo de la Luna donde no había nadie (este recorrido, lo hacen pocos). Es un templo hecho dentro a una cueva a que solo entra la luz lunar, los rayos de sol nunca llegan a entrar, de eso viene el nombre.
Desde aquí nos tocó otra subida para volver al Machu Picchu. A esta hora de la tarde ya había muy poca gente, así pudimos recorrer las partes que más nos interesaban con toda la tranquilidad. Fuimos a ver también el Puente de Inca y luego nos sentamos en el césped un buen rato para disfrutar un poco más de la magia del Machu Ppicchu. Cuando básicamente nos echaron, bajamos por las escaleras a Aguas Calientes y caímos redondos en la cama.
Vuelta a Cusco desde el Machu Picchu
Al día siguiente nos levantamos con toda la calma y después de desayunar, tomamos el camino para volver a la Hidroeléctrica. En el camino volvimos a encontrarnos con Lili, la chica húngara que conocimos en el viaje en barco en el Amazonas. Qué gracia fue volver a verla! Nuestra vuelta en van a Cusco salió más complicada de lo que esperábamos. Resultaba que por la organización fatal, en el van había menos sitios de la gente que tenía que volver. Después de discutir con el chófer, de llamar a las agencias, parecía que estaban a punto de dejarnos en Santa Teresa, pero gracias a la flexibilidad del conductor y los otros pasajeros, nos hicieron espacio en el van ya lleno. Viajar en el pasillo no fue una maravilla, pero almenos no nos quedamos allí.
Los incidentes aún no se habían acabado, a los 4200 metros de altura sufrimos un pinchazo en el neumático y como colmo el conductor no tenía la llave para levantar la rueda. Así a las 8 de la noche con un frío de huevos y a esta altura tuvimos que esperar a que pasara algún coche para pararlo y pedirle la llave. Al final pasó un van como el nuestro y nos ayudó. Por suerte, el grupo de gente era de muy buen rollo, Gábor pasó todo el tiempo conversando con un chico catalán muy amable y también conocimos a una pareja genial de argentinos (Seba y Agus) con los que coinciden nuestros planes de viaje para los días siguientes, así serán nuestros compañeros de viaje. Al final llegamos a casa con un montón de retraso pero felices por haber visto una de los maravillas del mundo.
Nuestro último día en Cusco fue de relax total, comimos un caldo de gallina en el mercado, dimos algun paseíto, compramos cositas, fuimos a ver un espectaculo de baile folclórico y cenamos otra vez pollo peruano. También concretamos los planes de salida con Agus y Seba que viajan desde hace un mes y medio en coche, así vamos para Arequipa con ellos. Gracias Willy por tu hospitalidad y ayuda durante esta semana, nos vemos!!
Andean Culture
Exlente post, muy buenos datos que se debe considerar para realizar este viaje
Rachele & Gábor
Gracias!