Escrito por Maider del blog Pack&Click.
En los alrededores de San Sebastián hay varios lugares que merecen una escapada. Hoy te llevo a a descubrir tres de ellos: Irún, Hondarribia y Hendaya. Muy cerca unos de otros, estos tres destinos se ubican en la bahía de Txingudi, justo en la frontera entre España y Francia, a menos de 20 kilómetros de la capital guipuzcoana.
Pese a su cercanía con San Sebastián, esta zona sigue siendo bastante desconocida para muchos viajeros. Y, sin embargo, tiene algo especial: mezcla de culturas, paisajes variados y ese ambiente fronterizo que le da una personalidad única. La bahía de Txingudi no es solo un espacio natural protegido con marismas y aves migratorias, sino también un lugar con historia, tradición y una gastronomía que invita a quedarse más de lo previsto.
Qué ver en la Bahía de Txingudi
La bahía de Txingudi es uno de esos lugares donde la geografía y la historia se entrelazan de forma natural. Tres ciudades —Irún, Hondarribia y Hendaya— comparten este pequeño rincón entre el País Vasco y el sur de Francia, separadas apenas por el curso del río Bidasoa, que aquí marca la frontera entre dos países. Aun estando tan cerca unas de otras, lo que más nos llamó la atención es lo distintas que son entre sí.
Irún tiene un carácter más urbano y funcional, Hendaya respira ese aire tranquilo y algo nostálgico de los pueblos costeros franceses, y Hondarribia, con su casco antiguo amurallado y su barrio de pescadores lleno de color, es una joya que enamora a primera vista. La combinación de estas tres identidades en un espacio tan reducido hace que la bahía de Txingudi sea una parada muy interesante para cualquier viaje por Euskadi.
Ya sea por su valor paisajístico, por el ambiente relajado que se respira o por la mezcla cultural tan marcada, pasar un día en esta zona es una forma sencilla de cambiar de país en cuestión de minutos y conocer un lugar donde las fronteras, más que separar, parecen unir.
Irun
De las tres ciudades que forman la bahía de Txingudi, Irún es la más grande y también la más dinámica. Tradicionalmente ha sido una ciudad de paso, marcada por su posición estratégica en la frontera, pero en los últimos quince años ha vivido una transformación notable. Hoy en día es la sexta ciudad más poblada de Euskadi y un centro urbano con bastante vida, tanto para los que viven allí como para quienes cruzan desde Francia o vienen de otras partes del País Vasco.
El comercio tiene un peso importante en la ciudad. Muchas personas del otro lado de la frontera vienen a Irún a hacer sus compras, lo que le da un aire cosmopolita y animado, sobre todo los fines de semana. Pero más allá de las tiendas, Irún también tiene una agenda cultural interesante. Aquí se celebra el certamen lírico internacional Luis Mariano, un homenaje al tenor nacido en la ciudad, y también se organizan eventos de todo tipo en el recinto ferial Ficoba, como ferias dedicadas a los productos orgánicos, exposiciones o encuentros profesionales.
Sin llegar a tener el encanto de sus vecinas Hondarribia o Hendaya, Irún ofrece una cara más urbana y actual de esta región fronteriza, y puede ser una parada útil y entretenida si estás por la zona.
Pero Irún no solo destaca por su dinamismo comercial o su vida cultural. Hay varios aspectos que la hacen verdaderamente única dentro del País Vasco. Uno de ellos es que aquí empieza el Camino de Santiago del Norte, una de las rutas más bonitas y menos masificadas del Camino. Desde Irún, los peregrinos cruzan el puente sobre el Bidasoa y comienzan su recorrido siguiendo la costa cantábrica hacia Santiago, con el mar siempre cerca.
Otro de los grandes tesoros naturales de la ciudad son las marismas de Txingudi y el parque ecológico de Plaiaundi, una zona húmeda protegida donde se puede caminar entre lagunas y senderos mientras se observan aves migratorias. Es un lugar especialmente valorado por los aficionados a la ornitología, pero también muy agradable para pasear con calma y desconectar de lo urbano sin salir de la ciudad.
En el centro de Irún también vale la pena visitar el Museo Oiasso, un espacio que recoge los vestigios de la época romana en esta parte del País Vasco. Pocos lo saben, pero Irún fue una ciudad romana importante, y en el museo se pueden ver desde objetos cotidianos hasta restos arqueológicos que ayudan a entender mejor cómo era la vida aquí hace más de dos mil años.
Isla de los Faisanes
La isla de los Faisanes, ese pequeño islote en medio del río Bidasoa, tiene un gran valor simbólico e histórico. Fue precisamente aquí donde, en 1659, se firmó el Tratado de los Pirineos, un acuerdo que puso fin a décadas de enfrentamientos entre las coronas de España y Francia, y que selló el fin de la Guerra de los Treinta Años. Desde entonces, la isla ha pasado a ser un curioso ejemplo de cooperación internacional: seis meses del año pertenece a Francia, y los otros seis a España.
Aunque no se puede visitar por tratarse de un territorio bajo custodia especial, se puede observar desde varios puntos del paseo fluvial que recorre la orilla del Bidasoa. Ambos municipios, Irún y Hendaya, han acondicionado este itinerario con paneles explicativos, y es una forma muy interesante (y tranquila) de acercarse a un episodio clave de la historia europea mientras se disfruta del paisaje.
Hondarribia
A poco más de tres kilómetros de Irún se encuentra Hondarribia, mi pueblo natal. Un lugar con mucho carácter y un fuerte pasado medieval que todavía se respira al pasear por sus calles. Conocida como la Ciudad Amurallada, Hondarribia conserva buena parte del muro defensivo levantado en la Edad Media para protegerla de los ataques franceses. Detrás de esos muros se esconde el Casco Viejo, presidido por el antiguo Castillo de Carlos V —hoy convertido en Parador Nacional— y por la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y del Manzano.

En los últimos años, Hondarribia se ha convertido en uno de los destinos favoritos de muchos visitantes, especialmente catalanes y madrileños. Su ambiente pesquero, sus fachadas llenas de color y su excelente gastronomía son parte del atractivo. En la calle San Pedro, la más animada del barrio de la Marina, se concentran numerosos bares y restaurantes donde los pintxos alcanzan un nivel altísimo. Algunos locales compiten incluso en certámenes nacionales por su originalidad y calidad. Si estás recorriendo la bahía de Txingudi, te recomiendo sin duda hacer una parada para comer aquí. La cocina local no defrauda.
Por su situación fronteriza, Irún y Hondarribia fueron escenarios de numerosos enfrentamientos con Francia. Aquellas batallas del pasado hoy se recuerdan en forma de celebraciones muy sentidas: el 30 de junio, en Irún, con el desfile del Día de San Marcial, y el 8 de septiembre, en Hondarribia, con el Alarde en honor a la Virgen de Guadalupe, la patrona del pueblo.
Hendaya
Por último, nos queda el tercer municipio de la bahía de Txingudi: Hendaya, situada al otro lado de la frontera, o como se dice por aquí, l’autre côte. Al igual que Hondarribia, Hendaya se ha convertido en un destino vacacional popular, especialmente para muchos franceses del norte del país. Durante el verano, la ciudad cobra vida, especialmente en la zona de la playa de Ondarraitz, muy frecuentada por surfistas y familias.
Pero Hendaya no es solo playa. Al igual que sus vecinas, también tiene un peso histórico importante. Fue aquí, en su estación de tren, donde en 1940 se produjo el famoso encuentro entre Franco y Hitler. La reunión tenía como objetivo negociar la posible entrada de España en la Segunda Guerra Mundial del lado alemán, a cambio del control sobre territorios estratégicos como Gibraltar y Marruecos. Aunque finalmente España no entró oficialmente en el conflicto, aquel encuentro marcó un momento delicado de la historia europea.
Hendaya también tiene su faceta cultural. Uno de sus personajes más conocidos fue Antoine d’Abbadie, astrónomo, lingüista y viajero, que se instaló en este rincón del País Vasco francés en el siglo XIX. Mandó construir un castillo neogótico con una decoración muy poco habitual: casi todo el interior está inspirado en Etiopía, país al que viajó en varias ocasiones y que le dejó una fuerte huella. El castillo de Abbadie no solo es interesante por dentro —con muchas historias curiosas que se cuentan en las visitas guiadas—, sino que también ofrece una de las mejores vistas panorámicas de la bahía de Txingudi.
Irun, Hondarribia y Hendaya son tres ciudades muy distintas entre sí, pero conectadas por un entorno compartido y una historia que ha sabido aprovechar su posición fronteriza. A lo largo del tiempo, esta cercanía ha dado lugar a una cultura transfronteriza muy particular, difícil de encontrar en otros lugares. Si estás viajando por Euskadi, reservar un día para recorrer la bahía de Txingudi es una apuesta segura. Seguro que te llevas más de una sorpresa.
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La verdad es que los 3 pueblos que mencionas son espectaculares. Pero me quedo para alojarme y descansar con Hondarribia.