Escrito por Rachele Cervaro y Gábor Kovács
Viajar a Nueva Zelanda durante un mes fue una experiencia que combinaba naturaleza espectacular, aventura y tranquilidad en dosis perfectas. Durante estas semanas, nos dedicamos a descubrir tanto la isla norte como la sur, con sus paisajes variados que van desde playas y bosques hasta montañas y fiordos. En este diario de viaje, compartimos día a día nuestras rutas, momentos especiales, consejos prácticos y algunos detalles que pueden ayudar a planificar una aventura similar.
Optamos por recorrer el país con una campervan, lo que nos permitió mucha libertad para cambiar planes sobre la marcha y alojarnos en lugares increíbles, a veces rodeados solo de silencio y naturaleza. También combinamos actividades al aire libre con visitas a pueblos y ciudades, buscando siempre un equilibrio entre explorar y disfrutar con calma. En este post te hemos resumido el relato de nuestro viaje.
Aventura en la península de Coromandel
El punto de partida de nuestro viaje por Nueva Zelanda fue recoger nuestro campervan, Speedy. Antes de salir, hicimos una gran compra en Pak’n Save, la cadena de supermercados más económica del país, donde además ofrecen descuentos en algunas gasolineras presentando el recibo.
Salimos tarde, ya que tuvimos que repasar bien los detalles del contrato y del vehículo, y también hacer la compra. El tiempo no acompañaba del todo, con lluvia intermitente, pero eso no nos detuvo. Pasamos por la costa de Thames y llegamos al pueblo de Coromandel, un lugar tranquilo con casas coloridas, típico de los pequeños pueblos neozelandeses. A partir de las cinco de la tarde, todo estaba cerrado, así que buscamos un sitio para acampar con la furgoneta.
Cómo acampar con la furgoneta en Nueva Zelanda
En Nueva Zelanda hay tres opciones para acampar:
- Acampada libre: La opción más libre y romántica, aunque ahora está prohibida en la mayoría de lugares para proteger el medio ambiente. Las multas pueden ser elevadas.
- Campings del DOC (Department of Conservation): Muchos de estos campings son gratuitos o tienen un coste muy bajo. Son básicos, sin agua caliente ni electricidad, lo que puede limitar el uso de estufas eléctricas.
- Campings privados: Ofrecen mejores servicios como electricidad, duchas calientes y cocina equipada, pero tienen un coste variable. En invierno los precios suelen ser más bajos.
Nuestra primera noche fue en un camping del DOC cerca de la playa en Waikawau Bay, al que se accede por una carretera de ripio en buen estado. Éramos los únicos visitantes y no había recepción para pagar.
Llovió toda la noche y despertamos con bastante frío. Preparamos una bebida caliente con el hornillo de gas, una de las ventajas de viajar en campervan: poder parar en cualquier lugar y preparar café o sopa en pocos minutos. Volvimos a Coromandel por una ruta costera con vistas a varias bahías y al bosque húmedo.
Ruta por un bosque de kauris
En lugar de seguir por la costa, tomamos la ruta alternativa Road 309, un camino de ripio que atraviesa el bosque. Allí visitamos las Waiau Falls y dimos un paseo por un bosque de kauris, árboles imponentes con troncos de varios metros de diámetro.
Otama Beach
Al llegar a Whitianga continuamos por la costa este de la península hasta la ruta Black Jack Road, que nos llevó a Otama Beach, una playa tranquila y hermosa. Comimos allí nuestros bocadillos, aprovechando los últimos momentos de buen tiempo del día.
Cathedral Cove y Hot Springs Beach
De camino hacia el sur comenzó a llover intensamente. En esta zona se encuentran playas muy bonitas como Cathedral Cove, que pudimos ver desde la distancia y fotografiar, y Hot Springs Beach, que apenas alcanzamos a mirar desde el coche.
Terminamos el día en otro camping del DOC cerca de Waihi, donde de nuevo estábamos solos. El clima no mejoró en estos primeros días, pero confiábamos en que el tiempo nos acompañara en las siguientes etapas.
Visita a Hobbiton, el pueblo de los hobbits
La película de El Señor de los Anillos puso muchos lugares de Nueva Zelanda en el mapa turístico. Aunque hay varios paisajes reconocibles de las películas, el único sitio de rodaje que se conserva es el pueblo de los hobbits, conocido como Hobbiton. Este encantador lugar se encuentra cerca de Matamata, un pueblo en la isla norte, y es una visita casi obligada para quienes disfrutan la saga. Aquí te contamos cómo fue nuestra experiencia.
Un día soleado y camino a Hobbiton
Después de dos días bastante nublados, amanecimos con un sol increíble. Lo celebramos desayunando en la playa de Waihi Beach, donde paseamos un rato disfrutando del buen tiempo. Nuestro recorrido continuó hacia el interior, con una parada para satisfacer el lado “friki” de Gábor: Matamata, el hogar de Hobbiton. Rachele, que no estaba tan interesada y también consideró que la entrada era cara, aprovechó para descansar en la furgoneta mientras Gábor disfrutaba de su regalo de cumpleaños.
Explorando el set de rodaje
La visita duró unas dos horas y el guía fue muy ameno, contando muchas anécdotas del rodaje. A Gábor le encantó pasear entre las casas de los hobbits, ver la casa de Bilbo, el famoso “Party Tree”, el lago y entrar en una casa de hobbits. También se pudieron ver las casas nuevas que se construyeron para la saga de “The Hobbit”.
La zona donde rodaron las escenas de Hobbiton es más grande de lo que esperábamos; Gábor caminó casi una hora y ni siquiera llegó a verlo todo. Fue un día con un sol espléndido y una visita que realmente valió la pena. Gábor estuvo con una sonrisa permanente durante todo el día.
⚠️ No viajes a Nueva Zelanda sin seguro de viaje 🛡️
Viajar por Nueva Zelanda sin un buen seguro es un riesgo que no merece la pena correr. Gran parte de la magia de este país está en sus paisajes salvajes y actividades al aire libre, y eso implica también ciertos imprevistos. Ya sea haciendo trekking por Tongariro, subiendo al glaciar Franz Josef o recorriendo en campervan las carreteras más remotas, los accidentes pueden pasar —y la atención médica en algunas zonas no siempre está al alcance de la mano.
En nuestro caso, recorrer más de 5.000 kilómetros por la Isla Norte y la Isla Sur fue una experiencia inolvidable, pero también sabíamos que estar cubiertos era esencial. Con Heymondo viajamos siempre con tranquilidad: la contratación es rápida y digital, ofrecen atención 24/7 desde su app y su cobertura es muy completa. Desde una visita médica por una gripe hasta una urgencia tras una caída en una ruta de senderismo, tener un seguro adecuado marca la diferencia.
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Rotorua: fumarolas en plena ciudad
Rotorua es una de las ciudades más singulares de Nueva Zelanda, situada en una zona con intensa actividad geotérmica. Esta particularidad se nota rápidamente en el ambiente, donde el característico olor a huevo podrido —debido al ácido sulfhídrico— está siempre presente. Sin embargo, lo más interesante no está tanto en la ciudad en sí, sino en sus alrededores. Uno de los lugares que no puedes dejar de visitar es el Parque Wai-O-Tapu, una auténtica maravilla natural que ver en Nueva Zelanda. Aquí te compartimos nuestra experiencia en Rotorua y sus alrededores.
Recorriendo Rotorua:
Una de las cosas que más nos sorprendió fue el paseo por el enorme parque Kuirau, ubicado justo en la ciudad. En este parque se pueden observar geisérs en plena actividad y fumarolas que emergen del suelo, protegidas con barreras para garantizar la seguridad. Caminar por las calles de Rotorua mientras ves cómo sale vapor de las aceras y carreteras fue algo realmente impactante.
Al caer la tarde, dimos un paseo junto al lago Rotorua y disfrutamos de una puesta de sol espectacular. Luego nos dirigimos a Waikite Valley, donde pasamos la noche en un camping con piscinas termales, un plan que resultó relajante y nada caro. La zona está llena de fumarolas y geisérs, no es difícil encontrarlos en cualquier esquina.
Wai-O-Tapu: un espectáculo de colores y vapores
Al día siguiente aprovechamos la mañana para disfrutar de las piscinas termales del camping, que son seis y están muy bien cuidadas. Después partimos hacia el parque Wai-O-Tapu, uno de los puntos más impresionantes de la región. Este parque está en plena actividad geotérmica, con geisérs, ríos de aguas calientes y formaciones sorprendentes.
Uno de los lugares que más nos llamó la atención fue la Artist’s Palette, un lago de agua hirviendo con círculos de colores amarillo, verde y azul que parecen pintados a mano por la naturaleza.
También quedamos fascinados con la Champagne Pool, un lago de color naranja intenso que parece sacado de otro mundo.
El Devil’s Bath nos dejó con la boca abierta gracias a su color verde fluorescente, como si fuera un paisaje alienígena. Por último, las vistas desde el lago Ngakoro Waterfalls son impresionantes.
Terminamos la visita con las Mud Pools, piscinas de barro hirviendo que completan el conjunto de fenómenos naturales del parque. Realmente merece la pena dedicarle tiempo a Wai-O-Tapu.
El lago Taupo y las cataratas Huka Falls
Por la tarde, retomamos la ruta a bordo de nuestra furgoneta Speedy hacia Taupo. En el camino paramos para visitar las Huka Falls, la cascada más famosa de Nueva Zelanda por la cantidad de agua que mueve: nada menos que 250.000 litros por segundo.
Es impresionante observar la fuerza del agua y cómo se forman vórtices en la corriente, además el color azul intenso del agua añade un toque espectacular. Estas cascadas también se utilizan para generar energía hidroeléctrica.
Llegando a Taupo, el lago más grande de Australasia, disfrutamos de otra puesta de sol mágica que no nos cansamos de contemplar.
Esa noche nos dirigimos a un área de acampada cerca de Turangi. Aunque la ubicación parecía un poco aislada y generó algo de inquietud, al final decidimos cambiar de lugar y dormir en un camping mucho más acogedor, donde una señora muy amable nos ayudó y nos hizo sentir bienvenidos.
Un día fenomenal en Mordor – El Tongariro Alpine Crossing en invierno
Tongariro Alpine Crossing es una de esas rutas que soñábamos hacer desde que empezamos a preparar el viaje por Nueva Zelanda. La habíamos visto en mil fotos, y todo el mundo decía lo mismo: que es uno de los trekkings de un día más impresionantes del mundo. El Parque Nacional de Tongariro no solo ofrece paisajes volcánicos espectaculares con varios picos aún activos, sino que además tiene un añadido cinematográfico: el Monte Ngauruhoe, uno de sus volcanes más emblemáticos, aparece como el Monte del Destino en El Señor de los Anillos. Nosotros hicimos la ruta en julio, así que pudimos vivir la experiencia del Tongariro Alpine Crossing en invierno, con nieve, temperaturas bajo cero y un ambiente completamente diferente al que se ve en verano.
Preparativos y decisiones
La noche anterior dormimos en Turangi, un pueblo tranquilo cerca del parque. En el camping donde paramos conocimos a una señora muy amable que nos dio buenos consejos para planear la caminata. Ya sabíamos que en invierno esta ruta puede ser bastante delicada por la nieve y el hielo, y muchos recomiendan hacerla solo con guía y equipamiento adecuado. Sin embargo, la previsión del tiempo era buena, no había nevado en días y parecía que el terreno estaba bastante transitable.
En lugar de hacer el recorrido completo desde el punto habitual de inicio (Mangatepopo), optamos por comenzar desde el otro extremo, Ketetahi Road, y llegar solo hasta el Red Crater. Elegimos esta opción por varias razones: el ascenso es más exigente, pero si el tiempo cambiaba, podríamos regresar fácilmente por el mismo camino. Además, así evitábamos tener que organizar transporte entre los dos extremos del sendero y nos ahorrábamos un tramo menos interesante.
Nuestra experiencia en el Tongariro Alpine Crossing en invierno
Nos despertamos a las 6 con muchas ganas, sobre todo Gábor, que llevaba años esperando este día. Antes de las 7:30 ya estábamos caminando. El cielo estaba algo cubierto, pero en general el tiempo acompañaba. Al principio el sendero atraviesa una zona de bosque, y después el paisaje se abre entre matorrales con tonos otoñales y vistas preciosas del lago Rotoaira y, un poco más adelante, del majestuoso lago Taupo.
En el refugio Ketetahi nos cruzamos con un chico inglés que venía de arriba y nos dijo que había poca nieve en la parte más complicada. Nos animó mucho escuchar eso y seguimos con más ganas. A partir de aquí la vegetación fue desapareciendo y apareció ese paisaje volcánico tan característico, con tierras negras y marrones. El contraste con la nieve daba una sensación muy especial, parecía realmente estar caminando por Mordor.
El sendero tenía algo de nieve, pero hasta el Cráter Central no fue demasiado. Una vez allí, todo estaba blanco. El Lago Azul estaba completamente congelado, y las nubes se empezaron a disipar justo en el mejor momento, regalándonos vistas espectaculares del cráter y de las montañas nevadas. Lo curioso era que el cráter Rojo, en cambio, no tenía nieve, y detrás se recortaba perfectamente la silueta del monte Ngauruhoe.
Aún nos quedaba la parte más dura: cruzar el cráter nevado hasta los Lagos Esmeralda y luego encarar la subida al Red Crater. Aunque había nieve, la capa era bastante fina y dura, así que el paso era seguro. Solo tuvimos que desviarnos un poco en un tramo concreto donde sí que la acumulación hacía complicado el avance.
La subida fue exigente, pero no tan complicada como esperábamos. Al llegar al cráter Rojo, nos encontramos con un paisaje impresionante. A un lado, el cráter humeante; al otro, el cráter nevado por el que acabábamos de pasar; y justo enfrente, el Mount Doom, el lugar que Gábor tanto deseaba ver en persona desde hacía años.
El cielo, completamente despejado en ese momento, nos permitió disfrutar de una panorámica increíble. Detrás quedaba el Cráter Central, a la izquierda el cráter Rojo con sus fumarolas activas, y frente a nosotros el imponente Monte Ngauruhoe, el famoso Monte del Destino. Fue uno de los momentos más especiales de todo el viaje.
Río Whanganui
El río Whanganui es uno de los ríos más importantes y extensos de la isla norte de Nueva Zelanda. Ofrece muchas opciones para quienes disfrutan de actividades en el agua, como kayak, canoa o paseos en lancha rápida. Sin embargo, estas experiencias suelen ser algo caras, así que decidimos no incluirlas en nuestro presupuesto. En lugar de eso, optamos por recorrer la carretera que bordea el río, una alternativa accesible y que no decepciona.
Recorriendo la Whanganui River Road
Lo que hace especial a este río es el paisaje que lo acompaña: a ambos lados se levantan montañas cubiertas de densa vegetación y paredes rocosas muy altas, un entorno poco habitual para nosotros hasta ese momento. Nuestra ruta siguió la Whanganui River Road, una carretera que discurre unos 80 kilómetros paralela al río. Esta ruta conecta la ciudad de Wanganui (curiosamente, el río y la ciudad tienen una diferencia en la escritura) con Pipiriki. Nosotros la hicimos en sentido contrario, porque nos venía mejor según nuestro itinerario.
La sección más impactante es la que va desde Pipiriki hasta Jerusalem, donde el río Whanganui muestra toda su grandeza: paredes altísimas, vegetación abundante y un agua de un verde intenso que destaca sobre el paisaje. En varios momentos, Gábor no pudo evitar imaginarse escenas de El Señor de los Anillos, algo que parece común en esta zona.
Recorrer estos 80 kilómetros es un auténtico placer visual. A menudo te dan ganas de parar a cada pocos metros para fotografiar y disfrutar el entorno sin prisas.
Durante la ruta, paramos a comer en un área de descanso donde coincidimos con un viajero que venía desde Nelson, una ciudad en la isla sur. Estaba haciendo su recorrido solo con su campervan y nos ofreció varios consejos útiles para la isla sur y lo que nos esperaba en los próximos días.
Al terminar la ruta, dimos una vuelta por el centro de Wanganui y nos preparamos para continuar nuestro viaje rumbo a Wellington.
Un paseo por los alrededores de Wellington
En nuestro último día en la isla norte, visitamos Upper Hutt, en el Parque Kaitoke, donde se rodaron algunas escenas de “Rivendell” en la trilogía de El Señor de los Anillos. Aunque ya no queda nada del set original, el bosque y el río mantienen ese ambiente de tranquilidad y belleza natural.
Después de varios días con buen tiempo, ese día volvió la lluvia. Aun así, no nos podemos quejar, ya que hasta ese momento habíamos tenido mucha suerte. Comimos en el parque, protegidos del frío con la calefacción del camper, y luego dimos una vuelta por Wellington. Como la lluvia no invitaba a paseos largos, subimos solo al mirador de Mount Victoria para disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad.
Con esto cerramos nuestra etapa en la isla norte de Nueva Zelanda. Al día siguiente, partimos hacia la isla sur para seguir descubriendo este país fascinante.
Parque Natural de Abel Tasman: naturaleza y playas que sorprenden
El Parque Natural de Abel Tasman es una de las zonas costeras más bonitas de la isla sur de Nueva Zelanda. Con sus calas bonitas y sus bosques nos recordó la Costa Brava de cierta manera. Si quieres disfrutar de playas de arena, es el mejor rincón que visitar en Nueva Zelanda. Nosotros hemos viajado en invierno, así que solo miramos las playas y no nos bañamos (aunque si lees el post, verás que tampoco es completamente verdad). Te contamos nuestra excursión por el Parque de Abel Tasman.
Nuestro viaje hacia el parque
Picton es la ciudad de la isla sur de Nueva Zelanda adonde llegan los barcos desde Wellington (la isla norte). A las 8 de la mañana embarcamos en el puerto de Wellington con Speedy. Reservamos el billete con la compañía Bluebridge que es la más barata y al cabo de tres horas y media de viaje llegamos al destino. La ruta es muy bonita, se ven muchos fiordos y su vegetación espectacular!!! Decidimos salir enseguida desde Picton para recorrer la carretera Queen Charlotte Road que es una carretera panorámica desde la cual se ven todas las bahías hasta Havelock. Es una carretera con bastantes curvas pero es muy bonita, nos gustó mucho, y adivina qué? Aquí parece haber más campervan que en la isla del norte y para nuestra sorpresa, por el momento hace más calor.
Desde Havelock, seguimos y pasamos por Nelson, Richmond (donde compramos una pizza de Domino’s por tan solo cinco dólares), llegamos a Motueka donde paramos en un i- Site para preguntar informaciones sobre el parque Abel Tasman y seguimos para Marahau de donde salen los barcos para el parque. Aquí compramos los billetes para el día siguiente y fuimos a ver las playas de Kaiteriteri y pequeña Kaiteriteri; cerca de aquí encontramos un camping a buen precio y para cenar probamos el famoso cordero neozelandés, no está mal.
Excursión por el Parque Natural de Abel Tasman
Nos dijeron que la previsión del tiempo preveía algunos chubascos durante el día, pero como nos levantamos con una buena lluvia que no había parado toda la noche no confiábamos mucho. Al final el hombre del tiempo no tenía razón, no hubo nada de lluvia, la primera parte del día estaba soleada y solo por la tarde se cubrió el cielo. Salimos con el barco de Aquataxi (es la misma empresa que el Water Taxi) con dirección Bark Bay, el mar estaba bastante gordo, había olas de seguro un metro, daba un poco de respeto pero el conductor estaba más que tranquilo. Paramos para ver la Split Apple (Manzana Partida), una roca caída en el mar que se rompió en dos mitades.
Seguimos por la playa de Anchorage y llegamos a Bark Bay. Desde aquí empezó nuestro trekking por el parque Abel Tasman. Este parque es el más pequeño de toda Nueva Zelanda y el más visitado. Para nosotros se parece bastante a la Costa Brava aunque el bosque es más denso y con tipos muy distintos de vegetación, hay un pájaro que hace el sonido como de un reloj a cu cu.
Desde Bark Bay hasta Marahau tardamos 6 horas. El trekking es muy fácil y te permite ver muchas calitas muy bonitas cuya arena es de color dorado.
Después de la playa de Torrent Bay para llegar a Anchorage Bay pudimos tomar la ruta corta que pasa a través de una playa que cuando hay marea alta se inunda; por suerte llegamos justos cuando la marea casi se había bajado del todo. Igualmente tuvimos que pasar en el medio de algunos charcos con bastante agua y tuvimos que quitarnos los zapatos. El agua estaba congelada, cuando acabamos de cruzar la playa teníamos los pies rojísimos del frío que tenían!!!
Bueno, por lo menos nos ahorramos una hora y media de camino y llegamos a Anchorage Bay muy rápidamente. La parte más bonita de este trekking es desde Bark Bay hasta Anchorage Bay la otra parte hasta Marahau es bonita también solo que va mucho más tiempo dentro del bosque y se ven menos calas. En el complejo es una caminata placentera.
Nos dirigimos a Takaka donde pasamos la noche, al día siguiente fuimos a ver “Pupu Springs”, unas fuentes que salen del profundo de la tierra. El agua aquí está muy limpia, dicen que un agua tan limpia solo se puede encontrar en el Antártida. Es muy bonito de ver también porque se puede ver el fondo a más de 60 metros de profundidad!!!
Este día nos llovió bastante, así que estuvimos mirando el paisaje desde el coche. De camino a la parte oeste de la isla pasamos por una ruta que iba todo el tiempo cerca del río “Buller River” y paramos al “Swing Bridge” puente ondulante que pasa encima del río Buller, el puente es muy alto y si sufres de vértigos mejor no vayas; para los otros es una cosa muy divertida!!!!
Viaje por el West Coast
Llegamos a Westport en la costa oeste (West Coast) y durante los próximos dos días recorreremos esta parte de la isla.
La costa oeste de la isla sur de Nueva Zelanda ofrece paisajes naturales espectaculares. Glaciares en retroceso por el cambio climático, playas hermosas y formaciones rocosas que llaman la atención se encuentran a lo largo de esta zona. Aquí te contamos nuestra experiencia en la región de West Coast, uno de los destinos más interesantes que visitar en Nueva Zelanda.
De Westport a Tauranga Bay
Llegamos a Westport ya de noche. Las opciones para acampar aquí son limitadas: no hay campings del DOC y solo dos campings algo caros. Elegimos el que estaba más cerca de Cape Foulwind, el lugar que queríamos visitar al día siguiente. Aprovechamos para conectarnos a internet (aunque de pago) y subir algunos posts al blog. Al despertar, fuimos a Cape Foulwind, donde hay un faro y un paisaje marino precioso. Pero la mayor atracción son las focas en la colonia cercana de Tauranga Bay. Nosotros pudimos verlas, eran muy activas y diferentes de los leones marinos que habíamos visto antes, así que disfrutamos mucho del momento.
Las Pancake Rocks
Después de despedirnos de las focas, continuamos hacia Punakaiki para visitar las famosas Pancake Rocks. Se llaman así porque supuestamente se parecen a una pila de pancakes, aunque para nosotros la semejanza no es tan evidente. En cualquier caso, estas formaciones rocosas son muy atractivas y valen la visita. En el camino hicimos varias paradas para contemplar la costa rocosa.
Almorzamos en una playa preciosa, aunque la presencia de “sandflies” — pequeños insectos muy molestos — nos complicó un poco la experiencia. Sin embargo, poder comer con esas vistas hace que todo valga la pena.
Antes de llegar al camping del DOC para pasar la noche, hicimos una última parada en Hokitika, un pueblo pequeño con un centro reducido y una playa tranquila. Al llegar al camping, sorpresa: por primera vez en estos campings nos encontramos con más gente.
Los glaciares del West Coast
Nos dirigimos después hacia los glaciares, comenzando por Franz Josef, que lleva el nombre del emperador de Austria-Hungría. Aquí Speedy estaba muy emocionado y no paraba de correr, aunque tuvimos que controlarlo para no gastar mucho en agua. La visita al glaciar está limitada según las condiciones de seguridad, y en nuestra ocasión lo vimos desde unos 500 metros. En este lugar conocimos a Sol y León, una pareja española de Teruel que también estaban de vacaciones por la zona.
Con el glaciar Fox tuvimos más suerte y pudimos acercarnos hasta unos 200 metros. Son glaciares impresionantes, aunque después de haber visto el Perito Moreno, estos no sorprenden tanto. Más que los glaciares en sí, nos maravillaron los valles que los rodean: enormes, con montañas altas y vegetación densa. Sin duda, uno de los paisajes más impactantes que hemos visto.
El Lago Matheson
Terminamos la visita al West Coast en el lago Matheson, famoso por ofrecer vistas del monte Cook reflejado en sus aguas en días claros. Nosotros no tuvimos suerte: el día estaba nublado y aunque no llovió mucho, no fue posible ver el reflejo del monte. Al continuar hacia el paso de Haast nos sorprendió una lluvia intensa, así que paramos en el primer camping tras cruzar el paso y esperábamos que en la zona de los lagos del sur encontrasemos mejor tiempo.
Wanaka, Queenstown y Glenorchy – las maravillas de la región de Otago en Nueva Zelanda
La región de Otago es una de las zonas más bonitas de la isla sur de Nueva Zelanda. Aquí encontrarás lagos espectaculares, la capital del deporte de aventura en el país y otros lugares con mucho encanto. Aunque no es tan conocida como Wanaka o Queenstown, nosotros nos enamoramos especialmente de la zona de Glenorchy, famosa por haber sido escenario de varias escenas de El Señor de los Anillos. A continuación te contamos nuestra experiencia en la región de Otago, uno de los imprescindibles que ver en Nueva Zelanda.
Lago Wanaka y sus alrededores
Después de una noche intensa con lluvia constante, donde incluso ir al baño fue todo un reto, amanecimos en el camping de Cameron Flat. Desde allí teníamos una vista preciosa del río y las montañas que nos rodeaban.
Emprendimos camino hacia Wanaka y poco a poco fuimos dejando atrás las nubes. El sol volvió a brillar y la ruta se volvió aún más agradable, primero bordeando el lago Wanaka y después el lago Hawea.
En el trayecto paramos en varios miradores con vistas increíbles, donde se podían ver los lagos con montañas nevadas al fondo.
Finalmente llegamos a Wanaka, un pueblo muy agradable a orillas del lago del mismo nombre. Desde aquí tomamos una carretera que nos llevó a un mirador con vistas espectaculares a las montañas y al lago. En días claros se puede ver el Mount Aspiring, el pico más alto de la región, aunque ese día estaba algo cubierto. Volvimos a Wanaka para hacer algunas compras y después seguimos hacia Queenstown por la Crown Range Road, conocida por ser la carretera más alta de Nueva Zelanda y por sus numerosas curvas. Desde el punto más alto pudimos disfrutar de una vista espectacular del valle Arrow y las montañas Remarkables. Comimos dentro de la furgoneta porque hacía mucho frío y viento.
Queenstown y sus alrededores
Descendimos con calma del otro lado de la montaña, parando en varios miradores antes de llegar a Arrowtown. Este pequeño pueblo conserva su arquitectura original del siglo XIX, cuando buscadores de oro se asentaron aquí. Aunque tiene un aire turístico, el ambiente recuerda a las películas del oeste. Seguimos camino a Queenstown, la ciudad más grande de la región y conocida como la capital de los deportes de aventura en Nueva Zelanda. Para quienes hemos visitado la Patagonia, Queenstown nos recordó a Bariloche pero con un toque neozelandés. La ciudad tiene una ubicación privilegiada, rodeada de montañas nevadas y frente al inmenso lago Wakatipu.
Esa noche dormimos en un camping del DOC ubicado en la orilla del lago, en un área llamada Twelve Mile Delta. Fue uno de los campings más agradables donde hemos estado; despertar con esta vista fue todo un lujo.
Glenorchy – un descubrimiento inesperado
Después del desayuno nos dirigimos a Glenorchy. La carretera hasta allí ofrece una vista espectacular del lago Wakatipu y las montañas que lo rodean, considerada una de las rutas más bonitas de Nueva Zelanda. Por la mañana, las nubes bajas sobre el lago le daban un aire místico.
Glenorchy es un pueblo tranquilo y el clima estaba perfecto. No dejamos de sorprendernos con la imagen de los picos reflejados en el agua del lago.
Dimos un paseo por el pueblo y luego seguimos un poco más hacia las montañas por la Paradise Road, una carretera de ripio que conduce a paisajes realmente espectaculares: cielo azul intenso, montañas nevadas, campos verdes y bosques formando un conjunto único. No nos sorprendió encontrar algunos 4×4 pasando por aquí, ya que es uno de los escenarios donde se rodaron varias escenas de El Señor de los Anillos. Peter Jackson tenía buen ojo para elegir paisajes, y sin duda este es uno de los más impresionantes que vimos en el país.
Después de pasar varias horas disfrutando del lugar, volvimos a Queenstown. Nos dimos un gusto con una hamburguesa en el mítico Fergburger’s. La hamburguesa es buena y muy abundante, aunque no tanto como su fama sugiere. Con esto dejamos Queenstown y tomamos la South Scenic Route para avanzar directo hacia Te Anau, donde nos esperan un par de días en Fiordland y la visita al icónico Milford Sound.
Milford Sound – en la tierra de los fiordos
La región de los Fiordos dentro del Parque Nacional de Fiordland es uno de los grandes espectáculos naturales que ofrece Nueva Zelanda. El lugar más conocido es Milford Sound, sin duda uno de los iconos que hay que tener en cuenta para visitar en Nueva Zelanda. Pero esta zona ofrece muchas otras paradas interesantes a lo largo de la carretera que une Te Anau —la ciudad más turística del área— con el propio fiordo. Aquí te contamos qué no puedes perderte en tu viaje a Milford Sound.
De Te Anau a Milford Sound
La carretera que conecta Te Anau con Milford Sound es conocida como Milford Road. Dedicar tiempo a esta ruta es una buena idea, ya que atraviesa paisajes alpinos realmente espectaculares. En invierno, la ruta puede complicarse por las muchas curvas, su estrechez en algunos tramos y la presencia habitual de hielo o nieve, además de una zona con riesgo de avalanchas. Los locales suelen advertir que es una de las rutas más desafiantes del país, aunque para nosotros resultó bastante manejable, sobre todo porque durante nuestra visita las condiciones fueron suaves y no tuvimos que enfrentarnos a hielo ni nieve.
En la Milford Road hay varios miradores y senderos para caminar. Nosotros paramos en Mirror Lakes, donde el reflejo de las montañas en el agua crea una imagen muy fotogénica.
Cerca del Lake Gunn encontramos un campamento gestionado por el DOC (Departamento de Conservación), y decidimos que sería un buen lugar para acampar esa noche. Poco más adelante, un mirador nos regaló vistas amplias de picos cercanos y un valle amplio cubierto de bosque.
Continuando por la carretera, dejamos la Milford Road para tomar la Hollyford Road con la intención de hacer un trekking de tres horas hasta el Lake Marion. El camino pasa junto a una cascada que no resulta especialmente destacada, y luego se complica porque el sendero está poco mantenido y con varios árboles caídos. Al llegar a una zona con aviso de caída de rocas y con el cielo nublado, decidimos dar la vuelta. Más adelante, ya sin lluvia, hicimos un paseo de media hora hasta Humboldt Falls, la cascada más alta que vimos en Nueva Zelanda y que nos dejó una buena impresión. Con esta caminata cerramos el día y regresamos al campamento junto al lago.
Crucero por Milford Sound
La mañana siguiente madrugamos para llegar a las 9 a Milford Sound, donde teníamos reservado un crucero que contratamos el día anterior. Antes de llegar disfrutamos de un desayuno con vistas a las montañas y cruzamos el Homer Tunnel, un túnel de más de un kilómetro que da paso a la bajada hacia el fiordo por una carretera en forma de caracol, que con hielo o nieve debe ser todo un reto.
Al llegar, la vista del Mitre Peak impacta de inmediato. Esta montaña, que es uno de los símbolos naturales del país, es una de las más altas del mundo que surge directamente del agua, como un guardián en la entrada del fiordo.
Nos decidimos por un crucero de más de dos horas que resultó muy completo y con un precio similar al de las excursiones más cortas. Los horarios de la mañana suelen ser más económicos porque la mayoría de la gente llega desde Te Anau o desde más lejos a mediodía o por la tarde.
El recorrido nos llevó hasta el final del fiordo, saliendo un poco al Mar de Tasmania. Navegar entre paredes tan altas y abruptas es una experiencia única. Vimos varias cascadas impresionantes, acercándonos a una de ellas hasta mojarnos, aunque nos protegieron con chubasqueros que proporcionaron en el barco.
Además, vimos muchas focas y algunos pingüinos que son endémicos de los fiordos, algo que nos alegró mucho porque no habíamos vuelto a ver pingüinos desde nuestro paso por el canal Beagle en Ushuaia.
Durante el paseo compartimos el barco con una pareja española que vive en Australia y estaba de visita, lo que hizo la experiencia aún más agradable.
De regreso al puerto, subimos a un mirador para despedirnos del Mitre Peak y en el camino paramos para hacer fotos en el valle, aunque nuestra atención se desvió rápidamente al ver un kea, un loro andino que cantaba acompañado por un señor que le cantaba en francés, un momento muy curioso e inesperado.
Antes de cruzar de nuevo el túnel, paramos para caminar un poco entre las montañas y las enormes rocas negras que rodean la zona, un cierre perfecto para esta experiencia en Milford Road, considerada una de las carreteras más bonitas del país.
Al final del día llegamos a Manapouri, donde tomamos un café antes de instalar el campamento junto al lago Monowai. Allí conocimos a una pareja inglesa que nos contó sus aventuras por Australia y Nueva Zelanda, lo que nos hizo reflexionar sobre los precios en estos países.
Recorriendo la Costa Sur de la Isla Sur
La Costa Sur de la Isla Sur de Nueva Zelanda es una de las zonas más impresionantes y naturales del país. Durante nuestra ruta, fue donde menos turistas vimos; cada vez que coincidíamos con alguien, nos saludábamos, como si fuéramos parte de una pequeña comunidad. En invierno, en general, se siente mucha calma en todo el país, pero aquí especialmente se nota la tranquilidad. Este tramo guarda algunas de las cascadas más bonitas que hemos visitado en Nueva Zelanda, además de lagos y paisajes que parecen salidos de un sueño. A continuación, os contamos cómo fue nuestra experiencia por la Southern Scenic Route, la carretera que recorre esta costa.
Lago Hauroko: calma y vistas increíbles
Una mañana nos levantamos, desayunamos y nos fuimos a dar un paseo corto para estirar las piernas junto al lago Monowai. Es una ruta sencilla, de unos 30 minutos, justo para activar el cuerpo antes de arrancar. Nos despedimos de unos amigos ingleses que conocimos en el camino y pusimos rumbo al lago Hauroko. La imagen de este lago llamó la atención de Rachele porque le recordaba a la película Stand By Me. El camino hacia allí es precioso, con praderas verdes que parecen interminables y montañas que abrazan el agua. El lago en sí no es muy grande, pero la vista que ofrece es de esas que se quedan grabadas.
Después, volvimos a poner en marcha a Speedy y paramos en McCrakens Rest para almorzar mientras vigilábamos el mar, esperando ver algún delfín o ballena que a veces se acercan a estas bahías. No tuvimos suerte con los animales marinos, pero sí conocimos a un viajero alemán que estaba recorriendo Nueva Zelanda solo, con una furgo muy equipada.
Monkey Island y el extremo sur en Bluff
Desde ahí, continuamos hacia Invercargill, haciendo una parada en la pequeña Monkey Island. Su nombre despertó recuerdos de la infancia en Gábor, y la isla se encuentra anclada a una roca justo al alcance durante la marea baja. Antes de instalar nuestro campamento en Invercargill, visitamos la ciudad más austral de Nueva Zelanda, Bluff. Pasamos por Stirling Point, un lugar curioso donde se señalan las distancias a diferentes puntos del planeta, y subimos al Bluff Hill para ver una puesta de sol muy especial.
Invercargill y los Catlins: naturaleza en estado puro
A la mañana siguiente, nuestra primera parada fue un supermercado Pack’n Save en Invercargill, donde compramos productos económicos de calidad para la ruta. Desde allí entramos en los Catlins, una zona llena de bosques, cascadas y costa salvaje. Paramos en Waipapa Point con la esperanza de ver leones marinos o pingüinos, además de visitar un faro que conmemora a las víctimas de un naufragio en 1881.
Aquí las especies marinas son algo especial y poco común: focas, delfines, leones marinos y pingüinos de ojos amarillos, que no es fácil ver. Los pingüinos suelen estar en el mar durante el día y regresan al atardecer, pero nosotros llegamos en momentos poco oportunos. Sin embargo, no hay duda de que están presentes, pues vimos varios carteles que lo indican.
Más adelante llegamos a Slope Point, el punto más al sur de Nueva Zelanda, desde donde se ve claramente la cercana Stewart Island.
En Curio Bay tampoco hubo suerte con los pingüinos, pero el lugar es hermoso, con hojas petrificadas que pertenecían a un antiguo bosque sumergido. Seguimos adelante para visitar las McLean Falls, unas cascadas que impresionan por su tranquilidad y belleza.
Encuentro con un pingüino de ojos amarillos
En el mapa vimos que muy cerca de nuestro camping DOC estaban Nugget Point y Roaring Bay, conocidos por la posibilidad de ver pingüinos escondidos en pequeñas casitas. Con el atardecer acercándose, pusimos rumbo rápido para llegar a tiempo. En Roaring Bay nos sentamos en la caseta escondida y, tras unos minutos de espera, apareció un pingüino de ojos amarillos, uno de los más raros y especiales del país.
Para cerrar un día memorable, pasamos por Nugget Point, un mirador famoso por sus formaciones rocosas que, según dicen, se parecen a pepitas de oro. Aunque la semejanza es discutible, el paisaje es sin duda un buen premio.
Las cascadas y el final de la ruta
Esa noche dormimos en un camping en la bahía de Purakaunui, a pocos metros del mar, y nos despertamos con la vista y el sonido del océano.
Al comenzar el último día por la Southern Scenic Route, visitamos las Purakaunui Falls, probablemente las cascadas más conocidas y bonitas de la zona. No son grandes, pero el agua que cae en varios niveles crea un efecto hipnótico.
Nos costó despedirnos de este lugar, pero Dunedin y la península de Otago nos esperaban. En Otago la experiencia fue algo diferente: para ver pingüinos había que pagar bastante, así que nos conformamos con la playa de Sandyfly Bay, donde siempre hay leones marinos y, al atardecer, también pingüinos. Allí conocimos a Francisco, un viajero uruguayo, y fue un placer charlar con él en español sobre sus aventuras en Nueva Zelanda.
Con la previsión de fuertes temporales en la costa, decidimos adelantar nuestra marcha hacia el interior, rumbo a Mount Cook y los lagos Tekapo y Pukaki, dejando para el final una de las zonas más impresionantes del país. Ahora solo queda cruzar los dedos para que el tiempo acompañe.
El majestuoso Mount Cook
Mount Cook (Aoraki en maorí) es el pico más alto de Nueva Zelanda y se encuentra en un entorno natural espectacular, rodeado de lagos de color turquesa y majestuosas montañas nevadas. El Lago Tekapo, el Lago Pukaki y muchos otros paisajes increíbles nos esperaban en esta zona del país. Si estás pensando en visitar una de las áreas de montaña más impresionantes de Nueva Zelanda, este rincón no puede faltar en tu ruta. Aquí te contamos cómo fue nuestra experiencia en el Parque Nacional Aoraki / Mount Cook.
El camino hacia Mount Cook
Después de pasar la noche en un camping del DOC cerca de Herbert, seguimos por la costa este hasta Moeraki, donde nos encontramos con las curiosas piedras redondeadas conocidas como Moeraki Boulders. La visita fue breve, ya que la lluvia no nos dio tregua y se fue intensificando poco a poco.
Hicimos una parada en Oamaru, conocida por su colonia de pingüinos azules, aunque no tuvimos suerte porque durante el día están en el mar. A partir de ahí nos alejamos de la costa y atravesamos la región de Waitaki, con varias presas y lagos, hasta llegar a Omarama. Allí nos informaron que el tiempo no iba a mejorar en los próximos días, así que decidimos instalarnos temprano en un camping privado para descansar, escribir en el blog y organizar nuestra próxima etapa en Australia.
A la mañana siguiente el cielo seguía gris, pero al menos pudimos acercarnos a los Clay Cliffs, unas formaciones rocosas bastante singulares. La ruta hacia allí discurre por un camino privado y, pese al mal tiempo, las vistas con las montañas nevadas al fondo eran preciosas.
El Lago Tekapo y el Lago Pukaki
El lago Pukaki es uno de los más fotogénicos del país, sobre todo en los días despejados cuando se puede ver perfectamente el Mount Cook al fondo. No fue nuestro caso, ya que las nubes lo cubrían por completo. Seguimos hasta el lago Tekapo, donde por primera vez vimos nieve a nivel del suelo en Nueva Zelanda. Nos alojamos en un camping con vistas al lago, un auténtico privilegio.
Al día siguiente cambiamos de camping, esta vez en Fairlie, donde por fin encontramos Wifi gratuito y aprovechamos para hacer una videollamada familiar. Después de varios días grises, por fin amaneció con sol, así que subimos al observatorio cercano al lago Tekapo. Desde allí las vistas del lago y las montañas son fantásticas.
Mount Cook – La montaña más icónica del país
Desde el Parque Nacional Aoraki/Mount Cook emprendimos una caminata hacia el lago Hooker. Aunque hacía sol, las cumbres más altas seguían escondidas tras las nubes. El sendero es precioso, atraviesa bosques, glaciares, ríos que cruzamos por puentes colgantes, todo rodeado de montañas nevadas. En el lago esperamos un rato con la esperanza de que las nubes se levantaran, pero el Mount Cook solo asomó tímidamente.
Durante la caminata escuchamos algunas avalanchas lejanas, que sonaban con fuerza. Por la tarde fuimos a ver un camping cercano que no tenía recepción, solo un cartel con los precios y permiso para acampar. Aprovechamos para ducharnos con agua caliente antes de volver al camping del DOC. Esa noche el cielo se despejó por completo y pudimos disfrutar de un cielo estrellado espectacular. Lo curioso aquí es que las estrellas no solo se ven sobre ti, sino también a los lados, como si estuvieras dentro de una gran cúpula.
A la mañana siguiente amanecimos con cielo completamente azul, así que decidimos repetir la caminata al lago Hooker. Esta vez, después de cruzar el segundo puente, los picos del Mount Cook se mostraron en todo su esplendor. El reflejo en el lago era impresionante. Pasamos un buen rato allí, simplemente disfrutando del momento, jugando con piedras y observando cómo algunas quedaban flotando sobre una fina capa de hielo antes de hundirse.
Terminamos la visita muy satisfechos, era la última gran parada que queríamos hacer en Nueva Zelanda. A la vuelta hicimos un desvío por una carretera de ripio que nos llevó hasta el lago Tasman, desde donde se puede ver el Mount Tasman y su glaciar. Otra imagen inolvidable para cerrar esta etapa.
Terminamos el día viendo el atardecer reflejado en las aguas del lago Pukaki, con las montañas tiñéndose de tonos rosados. Uno de esos momentos que se quedan grabados para siempre.
Última parada: Christchurch
La etapa final de nuestro viaje por Nueva Zelanda fue en Christchurch, una de las ciudades con más personalidad de ueva Zelanda. Después de casi un mes viviendo con todas nuestras cosas repartidas cómodamente dentro de Speedy, volvía a tocar hacer mochilas y preparar la siguiente etapa del viaje. Con cierta emoción, tras recorrer 5706 kilómetros en 26 días, nos despedimos de nuestro fiel compañero de ruta y nos dirigimos a casa de Rebekah, quien nos había ofrecido alojamiento para nuestra última noche en tierras kiwis.
Aunque Christchurch es la ciudad más grande de la Isla Sur, sabíamos que no queríamos dedicarle más de un día. Tras el fuerte terremoto del año anterior, el centro de la ciudad seguía muy afectado, con muchas zonas cerradas por riesgo de derrumbe. Aun así, nos sorprendió ver cómo la gente se había reinventado: cafés, tiendas y hasta galerías de arte instaladas en coloridos containers daban un aire muy original a las calles accesibles. Tuvimos la suerte de disfrutar de un día soleado, ideal para pasear por los parques y ver un partido de rugby en directo, algo muy típico por aquí.
Por la tarde volvimos a casa de Rebekah, donde pasamos unas horas muy agradables con ella, su marido Craig y sus hijos Jennifer y Joel. Fue una suerte haberlos conocido; nos acogieron como si nos conocieran de toda la vida. Cocinamos juntos, compartimos historias y hasta nos enseñaron un juego de cartas llamado “Spoons”, que nos hizo reír bastante.
Nos habría encantado tener más tiempo para seguir conociéndolos, pero al día siguiente tocaba continuar. Por la mañana temprano tomamos el autobús hacia el aeropuerto, el viaje por Nueva Zelanda se acabó.
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Que bueno! estais haciendo casi la misma ruta que yo hice con mis companeros de viaje CSers! Caromandel, 309 Road (super bonita!), Cathedral Cove… y casi todos los sitios que habeis mencionado. Como se puede ver en las fotos New Zealand, Aotearoa, es un Paraiso! que bonitos recuerdos! sniff… y eso es tan solo el principio chicos! vais a flipar con lo que os queda de camino!. Un fuerte abrazo! XX
Hey Pol, perdona por no haberte contestado antes pero como bien sabes aquí el internet es un lujo. Nos está encantando el país sus paisajes y sus playas….tenías razón es espectacular. Gracias por tus consejos y ayuda. Un besote!!!