Una de las experiencias de viaje más increíbles que hemos tenido fue hacer el Camino de Santiago en familia. Más concretamente, recorrimos 250 km del Camino Portugués de la Costa, que une la ciudad de Oporto con Santiago de Compostela. Recientemente, publicamos un megapost con todo lo que necesitas saber para hacer el Camino de Santiago con niños. Esta vez, queremos contarte con más detalles nuestra experiencia y darte nuestros consejos para hacer este Camino en particular.
Para nosotros, el Camino Portugués de la Costa (ya sea completo o solo un tramo) es una elección óptima para viajar con peques, ya que ofrece una gran diversidad de paisajes y lugares históricos, además de no tener mucho desnivel en la mayoría de sus etapas.
A continuación, te contamos las etapas tal como las hicimos nosotros. Como verás, dividimos el Camino en muchos más tramos que las etapas oficiales que marcan las guías, pero creemos que nuestro plan es mucho más adecuado para hacer el Camino Portugués con niños que intentar hacer etapas completas. Para cada etapa, te daremos una guía detallada con los principales puntos de interés, características que deberás considerar especialmente con niños (desnivel, sombra, lugares donde descansar y divertirse, etc.) y también te contaremos los alojamientos que utilizamos, con nuestra valoración, además de mencionar algunos bares y restaurantes que destacaríamos por alguna razón.
Espero que nuestra guía te sirva para planificar tu Camino Portugués con niños, ya sea recorrerlo por entero como lo hicimos nosotros o realizar solo una parte. Para información más general, siempre puedes echar un vistazo a nuestra guía completa sobre el Camino de Santiago con niños.
Etapas de Nuestro Camino Portugués
Etapa 1. Oporto – Labruge – Vila Chã
Distancia: 24,5 km + 3,4 km (fue la única etapa de nuestro camino por razones técnicas y solo caminamos los últimos kilómetros)
Características de la etapa: La primera etapa del Camino Portugués de la Costa cubre es una jornada mayormente costera, perfecta para comenzar a descubrir la belleza del litoral atlántico portugués. La etapa arranca en Oporto, siguiendo la orilla derecha del Río Duero durante los primeros kilómetros. A medida que avanzas, el camino se abre al mar, ofreciendo vistas continuas de playas, dunas, miradores y faros. Es una magnífica introducción al entorno marino que caracteriza gran parte de esta ruta. El destino final, Vila Chã, es un encantador pueblo de pescadores, con sus casas de colores y hermosas playas que invitan a un merecido descanso.
Dónde comer: Nosotros decidimos esperar hasta llegar a Vila Chã para comer, donde encontramos la Cafetaria Sandra, un restaurante local que ofrece platos sencillos a precios muy económicos. Es una buena opción si buscas algo rápido y típico.
Alojamento (Vila Chã): Nos hospedamos en el Albergue de peregrinos São Mamede de Vila Chã, un albergue recién renovado y privado. Este albergue no acepta reservas previas, así que es importante llegar con tiempo, especialmente en temporada alta. La cama cuesta 10 € por persona, y los niños también pagan. Las instalaciones incluyen una cocina bien equipada, ideal para preparar la cena si prefieres una opción casera. Aunque el pueblo es pequeño, cuenta con un par de supermercados básicos donde puedes comprar lo necesario para la comida y la cena, así como algunos bares sencillos para relajarte al final del día.
Etapa 2. Vila Chã – Vila do Conde – Póvoa de Varzim
Distancia: 10,6 km
Características: La próxima etapa del Camino Portugués de la Costa puede dividirse claramente en dos partes distintas. La primera parte del recorrido, después de dejar Vila Chã, transcurre por el paseo marítimo y pasarelas de madera que bordean las dunas de arena. Sin embargo, algunas de estas pasarelas están en mal estado y presentan tramos rotos, lo que nos obligó a caminar sobre la arena en varios momentos. Aunque las dunas a menudo bloquean las vistas, aún puedes disfrutar de impresionantes paisajes costeros desde varios puntos del camino. Este tramo inicial carece totalmente de sombra, por lo que recomendamos recorrerlo temprano si el día se presenta soleado y caluroso. Nosotros partimos a primera hora, pero aun así, nuestro pequeño sufrió un poco por el calor.
La segunda parte de la etapa tiene un carácter urbano, comenzando en la pintoresca ciudad de Vila do Conde y continuando hacia Póvoa de Varzim. Aunque esto implica desviarse del camino oficial, recomendamos seguir el consejo que nos dieron los locales: en los últimos kilómetros dentro de Póvoa de Varzim, vuelve al paseo marítimo. La caminata es mucho más agradable con la brisa del mar, en lugar de hacerlo entre los edificios de la ciudad.
Dónde comer: Iniciamos el día desayunando en la Padaria e Pastelaria Da Barca, en la localidad de Mindelo, a apenas 1,5 km del punto de partida. Normalmente, intentábamos avanzar más kilómetros antes de desayunar, pero en este tramo costero no hay bares ni cafeterías disponibles durante muchos kilómetros, así que esta opción fue ideal. Para comer, elegimos la Churrascaria Coração Bairro Sul en Póvoa de Varzim. Esta churrasquería, muy popular entre los lugareños, ofrecía un menú del día bastante completo. Nosotros optamos por probar nuestro primer frango (pollo) portugués y quedamos encantados.
Alojamiento (Póvoa de Varzim): Nos hospedamos en el Albergue de peregrinos São José de Ribamar, un albergue público que opera bajo el sistema de donación, siendo el único de este tipo en el que estuvimos durante todo el recorrido. El albergue ofrece habitaciones cómodas, una cocina bien equipada, y un ambiente acogedor. El encargado era increíblemente amable y dispuesto a ayudar con cualquier cosa que necesitaras. Además, su ubicación en pleno centro de la ciudad lo hace ideal para acceder a tiendas, bares y restaurantes. Sin duda, volveríamos a alojarnos aquí.
Etapa 3. Póvoa de Varzim – Apúlia
Distancia: 14 km
Características: Esta etapa del Camino Portugués de la Costa sigue ofreciendo una experiencia junto al mar, similar a la del día anterior. La primera parte del recorrido transcurre nuevamente por el paseo marítimo y por pasarelas de madera que serpentean a lo largo de la costa. A diferencia del calor del día anterior, esta vez nos encontramos con llovizna, lo que hizo que la caminata fuera mucho más llevadera. Aunque el cielo estaba nublado, esto no restó belleza a los paisajes costeros.
Después de un tiempo, el camino se aleja de la costa, llevándonos hacia el interior. Los últimos kilómetros de la etapa se recorren junto a la carretera, lo cual puede ser un poco monótono y menos atractivo visualmente. Sin embargo, la llegada a Apúlia es un alivio, ya que este encantador pueblo en la playa ofrece bares y restaurantes agradables en el paseo marítimo, así como un supermercado bastante grande en el centro, donde puedes reponer fuerzas y provisiones.
Dónde comer: Este día conseguimos aguantar bastante bien el ritmo, y desayunamos después de haber avanzado unos 6-7 km en la Padaria Pastelaria Novo Espaço, en la localidad de Aguçadoura. Allí disfrutamos de nuestros adorados pasteles portugueses, que nos dieron la energía necesaria para continuar. Para la comida, optamos por el Bar dos Campeões en Apúlia, un restaurante con una terraza agradable, donde pudimos relajarnos mientras disfrutábamos del plato del día a un precio razonable y con un servicio muy amable.
Alojamiento (Apúlia): Dormimos en el Albergue Santiago da Costa, un albergue privado cuyos dueños son realmente encantadores. Dormimos en una habitación privada por 30 €, lo cual resultó ser una opción excelente para nosotros y nuestro hijo. La chica del albergue fue muy atenta, trayéndole lápices y papel a Diego para que pudiera dibujar, y en el salón había incluso una tele donde él pudo ver dibujos animados portugueses, lo cual fue un gran detalle. El albergue cuenta con un restaurante en la planta baja, aunque decidimos no probarlo, ya que preferimos cenar en casa utilizando la cocina, que estaba muy bien equipada. Este albergue es especialmente recomendable si viajas con niños, ya que se esmeran en hacer que la estancia sea cómoda y agradable para los más pequeños.
Etapa 4. Apúlia – Castelo do Neiva
Distancia: 19,2 km
Características: La cuarta etapa de nuestro Camino Portugués de la Costa resultó ser la más larga de todo el recorrido. A pesar de la longitud, no se nos hizo tan pesada gracias a la diversidad del paisaje. Comenzamos en Apúlia, caminando por zonas rurales y atravesando bosques de eucaliptos hasta llegar a Esposende. Uno de los momentos más memorables fue cruzar el gran puente sobre el Río Cávado, seguido de un largo tramo por el paseo marítimo de Esposende. Aquí pudimos disfrutar de la brisa marina y de las vistas, que nos dieron un respiro.
Aunque Marinhas es el punto final de esta etapa en las rutas oficiales, decidimos continuar un poco más. Después de dejar Marinhas, el Camino nos llevó por pequeñas aldeas que nos sumergieron en la vida rural portuguesa. Los últimos 3 kilómetros fueron especialmente gratificantes, ya que el Camino discurrió por un precioso bosque con un río y una cascada. Este tramo final fue una auténtica delicia y, a pesar del cansancio acumulado, nos dejó con una sensación de bienestar.
Dónde comer: Iniciamos el día con un buen desayuno en la Pastelaria Pã Pã, ubicada en la pequeña localidad de Fão, justo antes de cruzar el puente del Río Cávado. Esta pastelería es un lugar ideal para degustar tanto los clásicos pasteles portugueses como algunas especialidades locales, tanto saladas como dulces.
Para el almuerzo, paramos en el restaurante familiar O Carioca, en la localidad de Belinho. Este lugar es muy popular entre las familias locales, y con razón. La salsa especial (picante) que acompañaba el pollo fue una auténtica revelación, ¡espectacular! Por la noche, decidimos cenar fuera, ya que el único supermercado cercano estaba cerrado por ser domingo. Optamos por una cena ligera en el Restaurante Encosta do Monte, cerca de nuestro alojamiento. La comida fue sencilla pero deliciosa: una típica sopa de legumbres y una tortilla francesa con ensalada, perfecta para terminar el día.
Alojamiento (Castelo do Neiva): Nos alojamos en el Albergue de peregrinos Don Nausti, un albergue privado que recientemente comenzó a aceptar reservas, aunque según las webs que consultamos, todavía no lo hacían. Como llegamos un poco tarde y sin reserva, lamentablemente no tenían plazas disponibles, pero nos ayudaron a encontrar una habitación en una casa particular cercana por 45 €. Desafortunadamente, este resultó ser uno de los peores alojamientos en los que hemos estado durante el Camino. La cama era extremadamente pequeña y vieja, y el lugar estaba lleno de mosquitos, lo que nos impidió descansar bien. Aunque no teníamos muchas opciones, fue una experiencia que preferiríamos olvidar.
Etapa 5. Castelo do Neiva – Viana do Castelo
Distancia: 12,1 km
Características: Esta bonita etapa nos llevó desde Castelo do Neiva hasta Viana do Castelo, recorriendo 12,1 km en su totalidad por el interior. Comenzamos con una buena subida hasta la encantadora Iglesia de San Jorge, que ofrece vistas magníficas y es un buen lugar para hacer una pequeña pausa. Después, continuamos por un sendero en el bosque, disfrutando de un entorno natural relajante hasta llegar a la localidad de Chafé. Desde allí, la ruta siguió atravesando pequeñas aldeas rurales, permitiéndonos experimentar la tranquilidad de la vida en el campo portugués.
El final de la etapa fue en Viana do Castelo, una de las ciudades más bonitas de esta parte del Camino Portugués. Viana do Castelo no solo es rica en patrimonio histórico, sino que también tiene algunas de las mejores playas de la región. Después de pasear por el encantador centro histórico de la ciudad, te recomendamos subir en funicular hasta el Santuario de Santa Lucía, situado en la cima de un monte. Este santuario nos recordó al Sacré Coeur en el Montmartre de París, y las vistas panorámicas desde allí son simplemente espectaculares. Si tienes tiempo, una actividad interesante es tomar el pequeño barco que conecta el puerto de Viana do Castelo con la Praia do Cabedelo cada hora, una opción genial para explorar las playas cercanas.
Dónde comer: Comenzamos el día caminando más de 5 km antes de detenernos a desayunar en el Café/Pastelaria S. Sebastião, un lugar popular entre los peregrinos. Este café está convenientemente ubicado justo en el Camino, por lo que no es necesario desviarse, y es el primer bar que encuentras después de dejar Castelo do Neiva. Para la comida, nos decidimos por el Restaurante Tasca da Nela en Darque, a unos 2 km antes de llegar al albergue en Viana do Castelo. Es un restaurante sencillo, frecuentado por locales, y ofrece un menú de peregrinos con opciones asequibles y sabrosas.
Alojamiento (Viana do Castelo): Nos hospedamos en el Albergue de peregrinos São João da Cruz dos Caminhos, que se encuentra dentro de un monasterio aún en funcionamiento. Este albergue tiene mucho encanto y está muy bien ubicado en la ciudad, aunque las camas individuales tienen un precio de 13 €, lo que lo convirtió en el albergue público más caro de nuestro Camino, y los niños también deben pagar.
Una característica interesante es que los dormitorios están diseñados con paredes separadoras entre los grupos de camas, lo que ofrece una sensación de pequeñas habitaciones sin puerta, brindando un poco más de privacidad. Las instalaciones son modernas, y las duchas son de las mejores que encontramos en todo el Camino. Sin embargo, la cocina es muy básica, con solo un microondas y unos pocos utensilios, lo que limita las opciones para quienes prefieren preparar su propia comida.
Etapa 6. Viana do Castelo – Âncora
Distancia: 16,2 km
Características: La sexta etapa del Camino Portugués de la Costa nos llevó desde Viana do Castelo hasta Âncora, recorriendo 16,2 km que resultaron ser bastante exigentes, especialmente por la longitud y la naturaleza del terreno. Al salir de Viana do Castelo, el Camino sigue por la ladera de la montaña, ofreciendo bonitas vistas del mar y un entorno natural muy atractivo, aunque sin atravesar muchas localidades. Este tramo fue especialmente difícil para Diego, ya que tuvimos que recorrer 8 km antes de encontrar la primera panadería en Carreço, lo que hizo que el inicio del día fuera algo duro.
Después de Carreço, la ruta continúa por un sendero en la montaña con bastante subida, lo que incrementó la dificultad de la etapa. Sin embargo, el paisaje montañoso y las vistas que ofrecía fueron un gran aliciente para continuar. Al llegar finalmente a Âncora, nos reencontramos con la civilización, lo que fue un alivio. Esta pequeña aldea cuenta con restaurantes y un gran supermercado, lo que la convierte en un lugar perfecto para recuperarse después de una jornada larga.
Una alternativa interesante en esta etapa es abandonar el Camino oficial y seguir la Ecovía Litoral (señalizada en verde), que discurre por la costa y pasa cerca de playas preciosas de este tramo. Nosotros elegimos seguir el Camino oficial, principalmente porque ya habíamos explorado la zona costera el año anterior con la autocaravana, pasando tiempo en la Praia de Arda. Además, el sendero costero no atraviesa localidades hasta llegar a Âncora, lo que habría dificultado encontrar lugares para comer o descansar sin desviarse considerablemente.
Dónde comer: Nuestro plan inicial era desayunar en Café Central en Areosa, a unos 4 km de Viana do Castelo, pero este bar no abría hasta las 9 de la mañana, lo que nos obligó a continuar hasta Carreço, donde finalmente desayunamos en la Padaria Carreço, la panadería del pueblo. Como no había restaurantes en la ruta sin un desvío considerable (y queríamos evitar caminar junto a la carretera principal), decidimos esperar a llegar a nuestro destino para comer. Una vez en Âncora, compramos un delicioso pollo portugués para llevar en el Restaurante Churrasqueira S. Lourenço, que disfrutamos en la tranquilidad de nuestro alojamiento.
Alojamiento (Âncora): En Âncora, quedamos en Vivenda Atlântico, una opción de alojamiento en una casa particular, ya que no había albergues que se ajustaran a nuestras necesidades. Pagamos 40 € por una habitación doble en esta bonita casa, ubicada justo al lado del Camino. La experiencia fue excelente: la cocina estaba bien equipada, el baño era muy nuevo y moderno, y el salón, con televisión y un sofá cómodo, nos permitió relajarnos completamente después de una etapa tan larga y agotadora. Fue una estancia muy satisfactoria y la recomendamos especialmente si buscas un lugar tranquilo y cómodo para descansar.
Etapa 7. Âncora – Caminha
Distancia: 10 km
Características: La séptima y última etapa en Portugal fue, sin duda, una de las más hermosas de todo nuestro Camino. Desde Vila Praia de Âncora, tras un breve recorrido por su encantador centro histórico, volvimos a caminar junto al mar. Este tramo que nos llevó hasta Caminha es de una belleza impresionante, con vistas a las playas y al Monte Trega (Monte Tecla) en Galicia como telón de fondo. La combinación de mar, montañas y el cielo despejado nos regaló uno de los recuerdos más memorables de nuestra travesía.
Un momento especialmente agradable de esta etapa fue cuando encontramos unos columpios en el camino, donde Diego se divirtió un buen rato mientras nosotros disfrutábamos de las vistas al mar. Este tipo de pequeñas sorpresas es lo que hace que el Camino sea una experiencia única. La etapa concluye en Caminha, una ciudad histórica con un coqueto centro lleno de encanto y una plaza central vibrante. Caminha fue una despedida maravillosa de Portugal, dejándonos una sensación agridulce por tener que abandonar este país que tanto nos gusta.
Dónde comer: Para hacer más llevadero el día a Diego, caminamos menos de 2 km por la mañana y nos detuvimos a desayunar en la Pastelaria Docelia en Vila Praia de Âncora, que resultó ser una de las mejores pastelerías que encontramos en todo Portugal. Sus dulces fueron un acierto para comenzar la jornada con energía. A la hora de comer, ya en Caminha, elegimos el Tasca do Manel, un restaurante local cerca de la plaza central. Aunque el menú del día era muy económico, la comida no nos pareció especialmente destacable. Por la tarde, antes de dejar Portugal, no pudimos resistirnos a volver a una pastelería, así que nos despedimos de los pasteles portugueses en la Pastelaria Caminhense, donde incluso compramos algunos para el día siguiente.
Alojamiento (Âncora): En Caminha, nos hospedamos en el Albergue de Peregrinos de Caminha, un albergue público que, aunque se encontraba en un estado algo decadente, cobró 10 € por cama, y Diego también tuvo que pagar por la suya. A pesar de esto, debemos decir que este último albergue en la parte portuguesa del Camino nos brindó una de las mejores experiencias de todo el recorrido. La señora que gestionaba el lugar fue increíblemente amable y prácticamente adoptó a Diego durante nuestra estancia. Nos cocinó una deliciosa sopa de verduras, nos ofreció otros productos locales, y fue el alma de una cena animada en la que compartimos risas y vivencias con otros peregrinos. Lo pasamos genial, y fue la despedida perfecta para cerrar nuestra etapa en Portugal.
Etapa 8. Caminha – Oia
Distancia: 17,1 km
Características: Esta etapa larga fue una de las más espectaculares y memorables de toda nuestra travesía. Comenzamos el día temprano, a las 7:30 de la mañana, con un corto viaje en barco para cruzar el Río Miño y entrar en España. Este cruce marca el paso de Portugal a Galicia, lo cual fue muy emocionante. Hay varias compañías que ofrecen este trayecto desde diferentes puntos de Caminha; nosotros optamos por Xacobeo Transfer Ferry, una empresa gallega, que cobra 6 € por persona (los niños pequeños no pagan).
Tras llegar a Galicia, la ruta comenzó con un tramo de 4 km por el bosque hasta llegar a A Guarda, un lugar especial para nosotros, ya que aquí, durante un viaje con la autocaravana hace 2 años, tomamos la decisión de hacer el Camino Portugués de la Costa algún día. Fue emocionante regresar a este lugar, pero esta vez como peregrinos.
El siguiente tramo, que discurre entre A Guarda y Oia, nos ofreció algunos de los paisajes más impresionantes y salvajes de la costa: acantilados que cortan la respiración, calas escondidas con aguas de un color turquesa increíble y miradores desde donde la vista parece no tener fin. A pesar de su belleza, esta fue una etapa larga y exigente, y llegamos a Oia bastante cansados.
Dónde comer: Llevábamos el desayuno desde Portugal, así que al llegar a A Guarda, solo paramos en un bar para tomar un café. Dado que no teníamos claro dónde parar para comer, decidimos comprar unas empanadas en un supermercado local para seguir el camino sin interrupciones. Sin embargo, durante el recorrido, encontramos el Bar Explanada do Horizonte en Portocelo, que podría haber sido una excelente opción para almorzar. Aunque ya teníamos nuestra comida, no pudimos resistirnos a parar allí para disfrutar de nuestras empanadas acompañadas de una cerveza fría, todo mientras admirábamos las vistas inolvidables del Atlántico. El bar ofrece una buena variedad de platos a precios razonables, considerando lo privilegiado de su ubicación.
Alojamiento (Oia): En Oia, nos alojamos en Casa Picota, el lugar más caro de todo nuestro Camino, con un coste de 60 € por habitación. Sin embargo, también fue el más lujoso y cómodo, lo que nos vino de maravilla después de una jornada tan exigente. Esta zona de la costa entre A Guarda y Baiona es probablemente la más hermosa de todo el Camino Portugués, pero aquí no abundan los albergues, así que tuvimos que buscar una alternativa. Las opciones más económicas estaban ocupadas, así que acabamos en esta encantadora casa particular.
La Casa Picota resultó ser un refugio ideal para descansar: una casa hermosa con vistas al mar, una dueña extremadamente amable que nos ofreció desayuno y refrescos de cortesía, y una enorme televisión donde Diego pudo relajarse viendo sus dibujos en Netflix tras la larga caminata. Fue el cierre perfecto para un día lleno de paisajes inolvidables y un merecido descanso.
Etapa 9. Oia – Porto Mougás
Distancia: 6,4 km
Características: Esta etapa fue corta y sencilla, con una distancia de 6,4 km, lo que la convirtió en el descanso perfecto después de haber recorrido casi 45 km en los tres días anteriores. La jornada comenzó en Oia, donde el camino discurre inicialmente cerca de la playa, brindándonos la oportunidad de disfrutar de las vistas al mar antes de adentrarnos en los caminos rurales. Estos caminos serpentean entre pequeñas aldeas hasta llegar a Porto Mougás, donde nos alojamos en un albergue junto al mar.
Dado que la etapa fue más ligera, por la tarde todavía nos quedaba energía, así que aprovechamos para explorar las rocas de la playa en busca de cangrejos y otros animalitos marinos. Fue un día relajante, lo que nos permitió recargar las pilas después de la intensidad de las etapas anteriores.
Donde comer: Empezamos el día con un desayuno tranquilo en Casa Picota (Oia), ya que estaba incluido en el alojamiento, lo que nos permitió partir sin necesidad de hacer ninguna parada hasta el final de nuestra etapa. Al llegar al Albergue Turístico Aguncheiro en Porto Mougás, nos encontramos con una pequeña sorpresa: el restaurante del albergue estaba cerrado y no abriría hasta las 3 de la tarde. Nuestra primera idea fue caminar hasta el supermercado más cercano, que estaba a 1 km de distancia, pero para nuestra suerte, una amable señora del lugar nos ofreció llevarnos en coche ida y vuelta. Gracias a esto, pudimos comprar bocadillos para el mediodía sin esfuerzo adicional.
Para la cena, no tuvimos que ir muy lejos, ya que el restaurante del albergue estaba a solo unos pasos. Optamos por compartir una tortilla. Aunque era económica y suficiente para nosotros, no alcanzó el nivel de otras que habíamos probado en el Camino. Recordamos con cariño la deliciosa tortilla de Betanzos que disfrutamos hace un par de años, pero esta cena, a pesar de no ser tan memorable, cumplió con su propósito.
Alojamiento (Porto Mougás): Nos alojamos en el Albergue Turístico Aguncheiro, un albergue privado muy bien cuidado, situado en un entorno idílico cerca del mar. Pagamos 15 € por cama, pero Diego durmió gratis en su propia cama, por lo que la noche nos salió por 30 € en total. Además, tuvimos la suerte de estar solos en la habitación, lo que nos brindó una tranquilidad extra. Al registrarnos, nos entregaron un paquete precintado que incluía sábanas y toallas, un detalle que resultó práctico y cómodo.
Las instalaciones del albergue son básicas, con solo un microondas y una nevera a disposición de los peregrinos. También ofrecían café soluble y algunos bollos, suficientes para una merienda rápida. Aunque el restaurante del albergue es una excelente opción, hay que tener en cuenta su horario, ya que solo abre a ciertas horas.
Etapa 10. Porto Mougás – Baiona – Sabarís
Distancia: 14,5 km
Características: La décima etapa del Camino nos llevó desde Porto Mougás hasta Sabarís, pasando por la histórica villa de Baiona. Esta etapa fue especialmente rica en paisajes variados y espectaculares, combinando la serenidad del litoral gallego con la majestuosidad de las zonas elevadas.
La primera parte del recorrido discurre junto al mar, con el constante sonido de las olas como compañeras. Este tramo costero es relajante y pintoresco, permitiéndonos disfrutar plenamente del entorno natural. Más adelante, el Camino se aleja de la costa y comienza a ascender, ofreciendo vistas impresionantes de la costa gallega y del imponente Faro de Cabo Silleiro. Las panorámicas desde esta elevación son dignas de una pausa para admirar la belleza del entorno.
A mitad de la etapa, nos enfrentamos a un tramo empinado que atraviesa un frondoso bosque, un desafío que se ve recompensado al llegar a la hermosa villa marina de Baiona. Con las majestuosas Islas Cíes en el horizonte, Baiona es una parada obligada. La villa destaca por su encanto histórico, sus playas urbanas y la impresionante muralla de la Fortaleza de Monterreal, que alberga uno de los Paradores más espectaculares de España. Aunque Baiona ofrece varios albergues (ninguno público), nosotros optamos por continuar hasta Sabarís, una parroquia de Baiona, donde pasamos la noche en un ambiente más tranquilo.
Donde comer: Desayunamos con vistas al mar en el restaurante del Camping Mougás. Aquí es importante señalar que el Camino se desvía justo antes de llegar al camping, por lo que conviene estar atentos para no perder la ruta. Al llegar a Baiona, elegimos la Tapería de la Abuela para comer. Aunque la comida estuvo bien, no nos pareció especialmente destacable, y los precios eran algo elevados en comparación con otras opciones que habíamos encontrado durante el Camino. Si bien la experiencia gastronómica no fue la más memorable, disfrutamos del ambiente de la villa.
Alojamiento (Sabarís, Baiona): Nos alojamos en el Albergue Playa de Sabarís, un albergue privado donde habíamos reservado previamente. Este alojamiento resultó ser una elección acertada, con camas muy cómodas que contaban con su propia cortina, proporcionando un poco de privacidad, algo que siempre se agradece en un albergue. La cocina estaba bien equipada, lo cual fue muy práctico, y además había un supermercado grande cerca, ideal para comprar lo necesario para la cena o el desayuno del día siguiente. La zona también cuenta con varios bares y restaurantes a poca distancia.
El precio por cama fue de 20 €, pero nos permitieron que Diego durmiera con uno de nosotros sin costo adicional, un detalle que apreciamos mucho. Esta flexibilidad y la comodidad del lugar hicieron que nuestra estancia fuera muy agradable.
Originalmente, habíamos considerado alojarnos en el Albergue-Hospedería Pazo Pías en la histórica localidad de Ramallosa, pero nuestra experiencia fue bastante decepcionante. Al contactarlos, nos sorprendió negativamente su política: las habitaciones económicas, destinadas a peregrinos, solo tienen dos camas y no permiten añadir una cama supletoria ni que un niño duerma con uno de los adultos sin ocupar una plaza. Esto significa que si viajas en familia, la única opción es reservar las habitaciones privadas, que son bastante caras. Además, varios peregrinos nos comentaron que las instalaciones eran muy antiguas, no había papel en los baños, y en general, el lugar dejaba mucho que desear. Definitivamente, no recomendamos este albergue si haces el Camino con niños.
Etapa 11. Sabarís – Saiáns
Distancia: 8,9 km
Características: En esta etapa, seguimos disfrutando del mar antes de dejar definitivamente la costa al llegar a Vigo. El día comenzó cruzando el hermoso puente medieval de A Ramallosa, un momento especial que marcó el inicio de la jornada. Desde aquí, los peregrinos tienen dos opciones: seguir el Camino oficial por el interior o tomar una ruta alternativa que bordea las playas urbanas hasta Vigo. Optamos por esta segunda opción, atraídos por la idea de caminar junto al mar y disfrutar de las vistas de las Islas Cíes, que nos acompañaron casi todo el día como un impresionante telón de fondo.
Aunque la ruta transcurre por una zona urbanizada, las playas que encontramos a lo largo del camino son muy bonitas, lo que hizo que el recorrido fuera muy agradable. Sin embargo, justo antes de llegar a nuestro albergue, nos enfrentamos a una subida de aproximadamente 1 km, la más empinada de todo el viaje, algo que no esperábamos y que puso a prueba nuestras energías.
Donde comer: Desayunamos en Bar A Tapiña en A Ramallosa, un bar especializado en peregrinos que tiene la cocina abierta todo el día. Este lugar fue un acierto, especialmente porque muchos bares estaban cerrados por ser domingo. Disfrutamos de un desayuno diferente al habitual, con deliciosos bowls de yogur y frutas, que nos dieron la energía necesaria para la jornada.
Para el almuerzo, compramos empanadas que disfrutamos en la Playa de Patos, un lugar ideal para hacer una pausa mientras observábamos a los surfistas en acción. La playa es famosa en la zona y el ambiente relajado hizo de esta parada un momento muy especial.
Por la tarde, cenamos en el Café Bar Alegría del Bollo, situado muy cerca del albergue San Xurxo. Este bar es una excelente opción para aquellos que hacen el Camino Portugués con niños, ya que ofrece platos combinados económicos, hamburguesas completas por solo 1,50 €, y un pequeño parque infantil en su interior. Pasamos prácticamente toda la tarde allí, lo que nos permitió descansar y disfrutar de un ambiente familiar y acogedor.
Alojamiento (Saiáns): Albergue San Xurxo: Este pequeño albergue privado, que reservamos con antelación, cuenta con unas 12 plazas oficiales. Sin embargo, vimos que permiten que los peregrinos sin reserva duerman en otra habitación con colchones en el suelo, lo que demuestra la flexibilidad y hospitalidad del lugar. El albergue se encuentra estratégicamente ubicado entre las dos rutas que conducen a Vigo. El alojamiento cumplió con todas nuestras expectativas: pagamos 12 € por cada cama para los adultos y 5 € por la cama del pequeño. Además, cuenta con una pequeña cocina bien equipada, lo que resultó muy útil para preparar una cena ligera o el desayuno del día siguiente.
Etapa 12. Saiáns – Vigo
Distancia: 13,4 km
Características: Esta etapa marcó nuestra despedida del mar, con los primeros 10 km recorriendo los paseos marítimos que bordean algunas de las playas más conocidas de Vigo. Durante este tramo, disfrutamos de las vistas de las Islas Cíes y pasamos por lugares emblemáticos como la Playa de Samil. Fue un trayecto muy agradable hasta llegar al Puerto de Vigo, donde el paisaje comenzó a cambiar drásticamente.
Los últimos 3 km del Camino fueron, sin duda, los menos atractivos de todo el viaje. Las flechas nos condujeron por una calle grande al lado del puerto industrial, un entorno lleno de obras, ruido, contaminación y suciedad que nos acompañaron prácticamente hasta el centro histórico de Vigo. Aunque Vigo es una ciudad que ya habíamos visitado y que tiene un casco antiguo interesante, es importante destacar que incluso en esta zona encontramos muchas casas en obras, lo que le resta algo de encanto al paseo.
Donde comer: Desayunamos en el Restaurante Verdemar, ubicado en la Playa de Samil. Aunque la carta es bastante amplia, nuestra experiencia no fue la mejor. El desayuno inglés con beicon y huevos estuvo bien, pero la tortilla dejó mucho que desear, y el servicio fue lento y con errores, ya que se equivocaron con la mitad de los pedidos.
Para el almuerzo, optamos por el Bar das Almas Perdidas, un sencillo bar-restaurante frecuentado por los trabajadores de la zona. Este lugar ofrece un menú del día con una buena relación calidad-precio, lo cual fue una opción conveniente después de una mañana de caminata.
Alojamiento (Vigo): Nos alojamos en el Albergue de Peregrinos de Vigo, un albergue público gestionado por la Xunta, ubicado cerca del centro histórico. Aquí, cada cama cuesta 10 €, y los niños también deben pagar. Aunque las habitaciones y los baños cumplen con los requisitos básicos, la cocina dejó mucho que desear. Solo tiene un fogón y un microondas, y si planeas cocinar, debes traer tus propias ollas y cubiertos, algo que nos parece inaceptable.
Este problema parece ser común en los albergues de la Xunta, y no pudimos obtener una explicación clara de por qué aplican esta medida, especialmente cuando las restricciones por el Covid ya no están vigentes. Nos dio la impresión de que esta política está diseñada para empujar a los peregrinos a comer en los restaurantes cercanos, lo cual es poco respetuoso con aquellos que prefieren o necesitan cocinar sus propias comidas.
Por suerte, encontramos un Mercadona a menos de 1 km del albergue, donde compramos comida ya preparada y conseguimos cubiertos gratuitos, lo que nos permitió evitar la «obligada» decisión de comer en restaurantes o con las manos.
Etapa 13. Vigo – Redondela
Distancia: 16 km
Características: La etapa 13 fue la única en nuestro Camino donde seguimos una etapa oficial, y también una de las más concurridas, ya que Vigo es un punto de partida popular para aquellos que buscan recorrer los 100 km mínimos necesarios para obtener la Compostela. Además, Redondela es donde el Camino Portugués de la Costa se une con el Camino Portugués del Interior, lo que hizo que encontráramos más peregrinos que en todas las etapas anteriores combinadas. Vimos grandes grupos caminando con música, algunos incluso con guías turísticos.
Afortunadamente, la ruta es muy bonita y, después de una subida inicial para salir de Vigo, transcurre mayormente por un precioso bosque que nos brindó un poco de paz y tranquilidad. Redondela, nuestro destino, es una encantadora ciudad histórica que merece una visita. A pesar de haber recorrido 16 km, Diego aún tuvo energía para pasar la tarde jugando en un parque infantil, demostrando una vez más su incansable entusiasmo.
Dónde comer: Desayunamos en la Panadería Magallanes en Vigo, donde nos refugiamos de la lluvia, una experiencia única en todo el Camino. Este lugar es altamente recomendable, con una gran variedad de deliciosos pasteles que nos hicieron sentir como si estuviéramos de vuelta en Portugal, y todo a precios muy razonables.
Entre Vigo y Redondela, prácticamente no hay bares ni restaurantes. Hicimos una parada en la Tapería O Eido Vello Cabanas para tomar un café. El lugar es pintoresco, con bonitas vistas y un interior acogedor. Aunque el bar tiene una alta puntuación, en gran parte por los peregrinos americanos que parecen apreciarlo mucho, a nosotros y a otros españoles que conocimos allí nos pareció caro, con precios que triplican los de un bar normal en Galicia. Entendemos que el lugar es especial, pero nos parece que aprovecharse tanto no está bien.
Para la comida, no buscamos demasiado y optamos por el Restaurante Casa Consejo, cerca de nuestro albergue. El menú era bastante bueno y económico, aunque cuando llegamos ya se habían agotado la mitad de los platos.
Alojamiento (Redondela): Nos alojamos en el Albergue de peregrinos Casa da Torre, un albergue público de la Xunta. Está bien ubicado, pero tiene muy pocas plazas, lo cual es un problema en un lugar donde confluyen los dos Caminos Portugueses: el de la Costa, que estábamos haciendo, y el del Interior. Tuvimos muchísima suerte de conseguir las últimas tres plazas; de no haber sido así, habríamos tenido que buscar otro lugar para dormir.
El precio es de 10 € por cama, y Diego tuvo que pagar lo mismo. Las instalaciones son similares a las del albergue de Vigo, pero la situación de la cocina es aún más lamentable aquí, ya que ni siquiera tienen un microondas. Esto no solo supone un gasto extra para los peregrinos, sino que también priva al albergue de ese ambiente tan especial que se crea cuando la gente cocina junta, como vimos en los albergues de Portugal. Aquí, la mayoría de los peregrinos se ven obligados a cenar fuera. Nosotros, habiendo comido tarde, nos conformamos con un poco de pan con queso antes de dormir.
Etapa 14. Redondela – Pontesampaio
Distancia: 8,1 km
Características: Estapa etapa fue una oportunidad para relajarnos después de los 16 km del día anterior. Aunque fue una etapa corta, de solo 8,1 km, ofreció paisajes tranquilos mientras nos despedíamos definitivamente de la costa. El Camino nos llevó por encantadores bosques y pequeñas aldeas, y en varios puntos, tuvimos la oportunidad de echar un último vistazo a la Ría de Vigo.
Pontesampaio, nuestro destino, es un lugar pintoresco y una parada ideal, especialmente para quienes viajan con niños. El magnífico puente medieval sobre el río Verdugo es una de sus principales atracciones. Además, la localidad cuenta con un paseo fluvial y una playa que, junto con los chiringuitos y parques infantiles, nos ofreció una tarde muy entretenida y relajante.
Donde comer: Desayunamos en el Restaurante Illa San Simón, un bar situado en pleno Camino que ofrece desayunos variados. Nosotros optamos por huevos con beicon y tostadas, que nos dieron la energía necesaria para la caminata. Al llegar a Pontesampaio, disfrutamos de una comida excelente en la Cafetería O Mesón. Por 12,5 € (con un 5% de descuento para los que nos alojamos en su albergue), ofrecen un menú que permite elegir cualquier dos platos de la carta. La ensalada de pulpo y los chocos a la feira fueron espectaculares. Además, los postres caseros, especialmente la tarta de manzana con helado, fueron memorables. Sin duda, fue la mejor relación calidad-precio que hemos experimentado en mucho tiempo.
Alojamiento (Pontesampaio): Nos alojamos en el Hostel-Albergue O Mesón, que resultó ser uno de los mejores alojamientos de nuestro Camino. Optamos por una habitación privada con literas por 40 €, en un albergue moderno y bien cuidado. La cocina estaba muy bien equipada y las instalaciones, incluyendo el baño, eran nuevas y en perfectas condiciones. Sin embargo, lo que realmente nos dejó una impresión duradera fue el restaurante del albergue, del cual ya hemos hablado en la sección anterior.
Etapa 15. Pontesampaio – Pontevedra
Distancia: 11,5 km
Características: La etapa 15 fue especialmente agradable y relativamente fácil, ideal para quienes buscan un descanso entre etapas más exigentes. Durante los 11,5 km que recorrimos, la mayor parte del Camino transcurrió a través de un bosque frondoso, siguiendo el curso de un arroyo. En varios tramos, pasamos por encantadoras aldeas que añadieron un toque pintoresco a la ruta.
Para Diego, esta fue una jornada especialmente divertida, ya que se hizo amigo de una pareja que caminaba con su perro, y prácticamente corrió todo el trayecto en su compañía. Para nosotros, este día también tuvo un significado especial, ya que fue el cumpleaños de Gábor, una ocasión que celebramos en la hermosa ciudad de Pontevedra. Curiosamente, esta fue la segunda vez que celebramos un cumpleaños en esta ciudad, que consideramos bastante subestimada. El casco antiguo de Pontevedra, con sus plazas encantadoras y bonitas iglesias, merece una visita pausada para apreciar su encanto.
Dónde comer: Hicimos una parada a mitad de camino para desayunar en el Bar Casa Fermín, un sencillo bar de carretera que cumplió su función, aunque no hay muchas opciones en esta etapa. Para el almuerzo, optamos por el Restaurante O Camiño, ubicado cerca del casco antiguo de Pontevedra. Allí disfrutamos de un menú del día económico, pero también nos dimos un capricho con unas deliciosas zamburiñas y una gran ración de pulpo, en honor al cumpleaños.
Alojamiento (Pontevedra): Nos hospedamos en el Albergue de Peregrinos Virgen Peregrina, otro albergue público de la Xunta de Galicia. A diferencia de los anteriores, este albergue cuenta con una cocina equipada, lo cual fue una grata sorpresa. Además, permitieron que Diego durmiera sin coste adicional, por lo que solo pagamos 20 € en total. Aunque el albergue se encuentra a 1,5 km del centro histórico, hay un Aldi cerca donde pudimos hacer algunas compras necesarias.
Etapa 16. Pontevedra – A Portela
Distancia: 10 km
Características: Para nosotros esta etapa fue una de más complicadas por varias razones. Tras dejar atrás Pontevedra, el Camino evita el contacto con urbanizaciones más grandes, lo que significa menos puntos de descanso como bares o parques infantiles, algo crucial cuando se viaja con niños. Sin embargo, la ruta es bastante pintoresca, recorriendo campos, aldeas y, en los últimos kilómetros, un bosque que consideramos el más bonito de todo el Camino.
Lamentablemente, no pudimos disfrutar de esta etapa tanto como otras, ya que Diego se encontraba un poco indispuesto, con algunas molestias y fiebre leve, posiblemente debido al cansancio. Afortunadamente, para el día siguiente ya se había recuperado completamente.
Donde comer: Dado que no había muchas opciones en el camino, desayunamos antes de salir de Pontevedra, en la Panadería Pastelería Acuña, donde disfrutamos de unas tostadas deliciosas. Para la comida, paramos poco antes de llegar al albergue en el Mesón Don Pulpo, donde comimos muy bien y pudimos descansar un poco antes de la última parte de la etapa.
Alojamiento (A Porta): Nos alojamos en el Albergue A Portela, una experiencia inolvidable en medio del bosque, un poco alejado de la civilización. Este albergue privado es gestionado por Jorge, una persona encantadora que se esfuerza por hacer que la estancia de los peregrinos sea memorable. La cama cuesta 12 €, y Diego pudo dormir con nosotros sin coste adicional. Si te quedas sin plaza en el albergue (nosotros reservamos con antelación), hay otro espacio cercano donde se puede dormir en colchones en el suelo.
Jorge también ofrece cena (en nuestro caso, dos sopas muy ricas) y desayuno a los peregrinos, a cambio de una donación voluntaria. Aquí disfrutamos del mejor ambiente de todo el Camino, con una cena comunitaria en el jardín en la que participaron casi 30 personas de una veintena de países. Las largas charlas durante la cena y el desayuno hicieron que esta experiencia fuera muy enriquecedora y especial. Recomendamos este lugar de todo corazón, especialmente si haces el Camino de Santiago con niños.
Etapa 17. A Portela – Caldas de Reis
Distancia: 11,1 km
Características: A diferencia del anterior esta jornada fue muy tranquila recorriendo un tramo que transcurre entre aldeas, campos y viñedos, sin grandes dificultades en el recorrido. A pesar del cansancio acumulado, decidimos desviarnos 0,5 km de la ruta para visitar las hermosas Cascadas del Río Barrosa, un pequeño paraíso natural que merece la pena conocer.
Lo mejor de esta etapa es su destino: Caldas de Reis. Este es uno de los lugares más pintorescos del Camino Portugués, con su puente medieval, un casco antiguo lleno de encanto, las famosas termas y un paseo fluvial a orillas del Río Umia que invita a relajarse después de la caminata.
Donde comer: Desayunamos en el albergue en compañía de otros peregrinos, lo que siempre es una experiencia enriquecedora. Más adelante, hicimos una parada para comer unos bocadillos y un trozo de tortilla en O Cuberto. Aunque no era un lugar especial, cumplió su función de saciar el hambre antes de continuar la etapa.
Alojamiento (Caldas de Reis): Nos alojamos en el Albergue de Caldas de Reis, un albergue privado muy bien ubicado en pleno centro histórico, al lado del precioso puente medieval. Caldas de Reis es la única etapa oficial del Camino Portugués sin albergue público, por lo que hay numerosas opciones privadas. Nosotros reservamos aquí porque nos ofrecían una habitación privada por 30 € (15 € por persona, y a Diego no le cobraron). El albergue es muy limpio, con habitaciones cómodas y una cocina bien equipada. Una opción absolutamente recomendable para quienes buscan un lugar cómodo y céntrico donde descansar.
Etapa 18. Caldas de Reis – Pontecesures
Distancia: 16,1 km
Características: Etapa larga pero muy amena, ideal para quienes disfrutan del contacto con la naturaleza. La primera parte de la ruta transcurre entre campos y pequeñas aldeas, ofreciendo un paisaje rural encantador. La segunda mitad del recorrido es aún más especial, ya que discurre por uno de los bosques más bonitos que hemos visto en todo el Camino. Con el sol apretando, caminar a la sombra de los árboles fue un alivio muy bienvenido.
El destino de esta etapa es Pontecesures, un pueblo que, aunque no destaca especialmente por su belleza, ofrece una parada conveniente antes de llegar a Padrón. Si os quedan fuerzas, merece la pena considerar seguir un par de kilómetros más hasta Padrón, una encantadora ciudad medieval con mucho que ofrecer.
Donde comer: Este fue otro día en el que tuvimos que caminar bastante (casi 8 km) hasta encontrar el primer bar, pero la espera valió la pena. El Fogar do Peregrino es un bar de desayuno con mucho encanto, conocido por sus deliciosas tostadas y su agradable terraza, perfecta para un descanso a mitad de camino.
Para comer, ya en Pontecesures, optamos por la Taberna Casa Chaves, recomendada por locales. Aunque la comida no fue excepcional, cumplió su función y nos pareció una opción conveniente, especialmente porque los otros restaurantes estaban más alejados del Camino y el calor apretaba.
Alojamiento (Pontecesures): Nos hospedamos en Casa do Hórreo, una bonita casa donde reservamos una habitación privada con baño compartido por 40 €. Aunque Pontecesures cuenta con un albergue público, decidimos no arriesgarnos en las últimas etapas y esta elección no pudo ser mejor. Los dueños de la casa, una pareja encantadora, nos hicieron sentir como en casa. Además, tuvimos la suerte de coincidir con la noche de San Juán, y pasamos una velada inolvidable cocinando sardinas en el fuego y saltando la hoguera en su jardín. Una experiencia de 10 que nos dejó con un maravilloso recuerdo de esta etapa.
Etapa 19. Pontecesures – O Areal
Distancia: 11,2 km
Características: La etapa 19 es una de las más cortas del Camino Portugués de la Costa, pero también una de las más exigentes debido al intenso calor que enfrentamos, con temperaturas que superaron los 30 grados, algo poco habitual en Galicia. La falta de sombra en gran parte del recorrido hizo que esta etapa fuera particularmente desafiante, especialmente para nuestro pequeño. Tras una breve visita al centro histórico de Padrón, continuamos nuestro camino entre aldeas rurales, aunque lamentablemente, el recorrido nos llevó junto a la carretera nacional en varias ocasiones, lo cual no fue del todo agradable.
Donde comer: Desayunamos bien en la Cafetería Camiño Portugués, situada junto a la carretera. Más tarde, hicimos una parada para tomar algo en la Taberna A Rianxeira, aunque no fue la mejor experiencia debido a la gran cantidad de gente en el lugar, lo que lo hizo bastante incómodo. Considerando el calor, fue un alivio poder disfrutar de las comidas y cenas en el mismo albergue donde nos hospedamos, evitando así tener que buscar opciones fuera bajo el sol abrasador.
Alojamiento (O Areal): Nos alojamos en la Pensión Rural «AREAL», una excelente elección, especialmente en una etapa donde las opciones de alojamiento son limitadas. Esto se debe a que la mayoría de los peregrinos adultos suelen continuar hasta Santiago desde Pontecesures o Padrón en un solo día, recorriendo más de 27 km. Sin embargo, con un niño pequeño, esta distancia es demasiado, incluso como etapa final, así que optamos por descansar aquí. Pagamos 40 € por nuestra habitación, y fue una decisión acertada, ya que nos sentimos muy bien acogidos en esta casa con su gran jardín, perfecto para recargar energías antes del último día.
El albergue está gestionado por una pareja joven, un gallego y una peruana, que prestan mucha atención a los detalles y hacen todo lo posible para que los huéspedes se sientan cómodos. Además, ofrecen comidas y cenas a precios económicos, lo que resultó muy conveniente, ya que prácticamente no hay restaurantes en la zona.
Etapa 20. O Areal – Santiago de Compostela
Distancia: 16,7 km
Características: La etapa final del Camino Portugués de la Costa de 16,7 km, fue un día lleno de emociones y anticipación. Aunque fue una etapa relativamente larga, la combinación de buen tiempo y la emoción de llegar a Santiago de Compostela nos hizo avanzar con rapidez. La mayor parte de la ruta transcurre por hermosos bosques, y el momento en que divisamos las torres de la Catedral a unos 7 km de la meta fue realmente especial.
Los últimos kilómetros dentro de la ciudad se hicieron un poco pesados, sobre todo porque Diego quería parar en cada parque infantil y entrar en todas las tiendas. Sin embargo, la emoción que sentimos al llegar a la Plaza del Obradoiro es indescriptible. Aunque no era nuestra primera vez en Santiago, llegar con nuestro pequeño fue una experiencia única que siempre recordaremos. Santiago es una ciudad maravillosa, a pesar de la cantidad de turistas que a veces puede ser agobiante. Si es tu primera vez en la ciudad, aquí te dejamos un resumen con 30 cosas que hacer en Santiago de Compostela.
Donde comer: Nuestro último desayuno del Camino lo disfrutamos en la Cafetería La Capilla en O Milladoiro, situada a pocos metros de la ruta. Para la comida, ya en Santiago, volvimos a nuestros restaurantes favoritos: O Xachegou y Bar Tita, donde se sirve una increíble tortilla de Betanzos, que es una parada obligatoria para nosotros cada vez que visitamos la ciudad.
Alojamiento (Santiago de Compostela): Nos hospedamos en el Albergue Fin del Camino, un albergue privado con más de 100 plazas, situado a unos 2 km del centro de Santiago. Aunque está un poco alejado del corazón de la ciudad, es mucho más económico que la mayoría de los albergues céntricos, con un precio de 15 € por cama, y Diego no pagaba. Las instalaciones son correctas, con una cocina bien equipada y un entorno tranquilo con bares, restaurantes y un gran centro comercial con Alcampo cerca.
Lo único negativo del albergue es que, aunque te alojes varias noches, te obligan a salir del edificio entre las 9 y las 13 horas. Esto resulta un tanto inconveniente, especialmente cuando uno desea descansar después de completar el Camino.
Recorrer el Camino de Santiago Portugués por la Costa ha sido una experiencia inolvidable para nuestra familia. Cada etapa nos regaló paisajes impresionantes, momentos de conexión con la naturaleza y con la cultura local, además de la satisfacción de superar los retos que se presentaron en el camino. Desde las tranquilas playas portuguesas hasta los imponentes acantilados gallegos fue un viaje lleno de descubrimientos y aprendizajes.
Hacer el Camino en familia, con un niño pequeño, añadió una dimensión especial a esta aventura. Vivimos el Camino viéndolo a través de los ojos curiosos de Diego, quien, con su energía y entusiasmo, nos recordó la importancia de disfrutar de los pequeños momentos, de cada parada, cada conversación con otros peregrinos, y de la simple alegría de estar juntos en un entorno tan único.
Si estás pensando en hacer el Camino de Santiago Portugués por la Costa con tus peques, podemos asegurarte que es una excelente elección. Esperamos que nuestra guía, junto con la que hemos escrito sobre cómo organizar el Camino de Santiago con niños, te sea de gran ayuda para que te lleves recuerdos tan maravillosos como los nuestros.
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