Escrito por Rachele Cervaro
El Tibidabo siempre ha tenido algo especial para nosotros. Tal vez sea esa silueta inconfundible que acompaña el horizonte de Barcelona desde cualquier ángulo, o ese aire de lugar “aparte”, como si la ciudad se detuviera un momento al llegar a su cima. Con sus 512 metros de altura, el Tibidabo no solo es el punto más alto de Barcelona, sino también uno de esos rincones donde la ciudad cambia de ritmo, se vuelve más tranquila y ofrece una mirada diferente sobre sí misma.
Aunque está algo apartado del centro, subir al Tibidabo es una de esas experiencias que merecen la pena. Desde arriba, la panorámica es impresionante: el mar al fondo, el trazado urbano desplegado como un mapa y, si el día está claro, incluso se adivinan montañas lejanas más allá del área metropolitana. Pero lo que hace realmente único al Tibidabo es la combinación de elementos que conviven en la cima: un parque de atracciones con aire nostálgico, una basílica que parece sacada de un cuento, y todo ello rodeado por el verde del Parque Natural de Collserola.
Ese contraste fue lo que nos enganchó, y por eso regresábamos aquí casi todos los fines de semana cuando estábamos en Barcelona. Puedes empezar el día haciendo una excursión por los senderos de Collserola, seguir con una vuelta en la mítica noria del parque, y acabar contemplando la ciudad desde lo alto de la iglesia del Sagrat Cor. Pocas ciudades ofrecen algo así sin tener que salir de sus límites.
En este artículo te contamos por qué el Tibidabo es mucho más que un simple mirador. Te llevamos por sus rincones más emblemáticos, compartimos lo que más nos gustó de cada parte y te damos ideas para que disfrutes al máximo de una visita.
📌 Qué ver y hacer en el Tibidabo
🌟 Un parque con encanto vintage… y vistas de vértigo
El Tibidabo es mucho más que una montaña con buenas panorámicas. En su cima se encuentra un lugar muy especial: el parque de atracciones más antiguo de España, todo un clásico que lleva más de un siglo haciendo reír a generaciones enteras. Para que te hagas una idea, solo el Práter de Viena es más veterano en Europa. Aun así, lo que hace único al parque del Tibidabo no es solo su historia, sino su ambiente: nostálgico, familiar y con cierto aire de película antigua que lo hace irresistible.
Aquí no hay montañas rusas de última generación ni efectos especiales espectaculares, pero sí atracciones con alma. Algunas llevan funcionando desde hace décadas, como el Avión rojo que parece suspendido sobre la ciudad, o el mítico carrusel de caballitos. No hay que esperar grandes dosis de adrenalina, pero los peques se lo pasan en grande y los adultos redescubren ese niño interior que a veces se nos queda dormido.
Y si a eso le sumamos las vistas —porque pocas veces te subirás a una noria con Barcelona desplegada a tus pies como una maqueta—, la experiencia se convierte en algo bastante especial.
⛪ Admirar la iglesia del Tibidabo
Una de las imágenes más icónicas del Tibidabo es la del templo que corona la montaña, visible desde muchos puntos de Barcelona. Se trata del Templo Expiatorio del Sagrado Corazón, una iglesia que, por su silueta y ubicación privilegiada, recuerda inevitablemente al Sacré Coeur de Montmartre en París. No es casualidad: ambas comparten ese aire de templo elevado, como si quisieran abrazar la ciudad desde lo alto.

La construcción del templo comenzó en 1902 y no se terminó hasta 1961. Está dedicado a Don Bosco y se divide en dos espacios bien diferenciados: una cripta en la parte inferior, más sobria y recogida, y una iglesia principal encima, mucho más luminosa y decorada con mosaicos llenos de color. Y sobre todo ello, la gran estatua del Cristo con los brazos abiertos que vigila la ciudad como un guardián silencioso.
Lo que más nos gusta de esta iglesia es precisamente esa mezcla entre lo monumental y lo acogedor. Tiene detalles muy bonitos, especialmente en los mosaicos exteriores, que aportan un toque de alegría inesperado. Para nosotros, es una de las iglesias más bonitas —y fotogénicas— de la ciudad.
🚶♂️ Excursiones y deporte en el Parque Natural de Collserola
Una de las cosas que más nos gustaba de vivir en Barcelona es lo fácil que resulta desconectar de la ciudad sin tener que irse muy lejos. El Parque Natural de Collserola, donde se encuentra el famoso Tibidabo, es ese pulmón verde al que escapan muchos barceloneses cuando necesitan un respiro. Y es que tener un espacio así tan cerca del centro es un auténtico lujo.
Collserola ofrece un montón de opciones para quienes disfrutan de estar al aire libre. Desde caminatas tranquilas entre bosques mediterráneos hasta rutas más exigentes si te apetece hacer algo de senderismo. Y si eres de los que no salen sin las zapatillas de correr o la bici, la Carretera de les Aigües es uno de los grandes clásicos: una pista casi llana con vistas espectaculares sobre la ciudad, perfecta para correr, pedalear o simplemente pasear con calma.
Si te apetece explorar más a fondo el parque, hay rutas muy interesantes que pasan por antiguas fuentes escondidas entre la vegetación, como la Font Vella o la Font de la Budellera, una de las más curiosas y fotogénicas. Otra opción es hacer la subida al Tibidabo a pie desde Barcelona, una excursión sencilla pero muy bonita que combina ciudad, bosque y miradores.
Y si te gusta descubrir rincones poco conocidos, hay un lugar que a veces pasa desapercibido: el Pantano de Vallvidrera, un pequeño lago artificial rodeado de árboles donde reina la calma. Un sitio perfecto para parar, sentarse un rato y olvidarse de que estás a pocos kilómetros del bullicio barcelonés.
📡 Tocar el cielo en la Torre de Collserola
Uno de los rincones más curiosos y menos conocidos desde donde ver Barcelona desde las alturas es la Torre de Collserola, esa estructura esbelta que se divisa desde varios puntos de la ciudad. La diseñó nada menos que Norman Foster para los Juegos Olímpicos del 92, y desde entonces no solo cumple funciones de telecomunicaciones, sino que también ofrece un mirador poco habitual.
Con sus 288 metros, es el punto más alto de la ciudad en términos técnicos, aunque, curiosamente, no da la sensación de estar mucho más arriba que en la terraza del Tibidabo. Esto se debe a que la torre está construida un poco más abajo en la ladera, así que la diferencia real de altura no es tan abrumadora como podría parecer (el mirador de la torreestá a 560 metros sobre el nivel del mar, mientras la iglesia está a 512).
Aun así, subir a la Torre de Collserola tiene su encanto, sobre todo si te interesa la arquitectura contemporánea o te atraen esos espacios que combinan ingeniería y diseño. Desde arriba se ve toda la ciudad con una perspectiva distinta, más limpia y menos turística que la de otros miradores. Es una experiencia curiosa, aunque si solo buscas buenas vistas y tienes poco tiempo, probablemente la terraza del Tibidabo ya cumpla con creces ese objetivo.
🔭 Mirar las estrellas desde el Observatorio Fabra
Muy cerca de la cima del Tibidabo, en una ubicación privilegiada con vistas a toda la ciudad, se encuentra el Observatorio Fabra, un lugar con más de un siglo de historia que sigue despertando la curiosidad de grandes y pequeños. Inaugurado a principios del siglo XX, este elegante edificio modernista fue uno de los centros astronómicos más importantes de Europa en su época, y todavía hoy conserva ese aire de ciencia clásica y misterio que lo hace especial.
Aunque se puede visitar también durante el día, lo más recomendable es ir por la noche, cuando se organizan las llamadas “cenas con estrellas”. Hay que reservar con antelación, pero merece la pena. Además de conocer la historia del observatorio y pasear por sus instalaciones, la experiencia culmina con una observación del cielo a través del telescopio histórico.
En una ciudad como Barcelona, donde la contaminación lumínica no deja ver mucho más allá de la luna y algún que otro planeta, este es probablemente el único lugar donde aún se pueden contemplar las estrellas con cierta claridad. Ver Saturno o Júpiter con tus propios ojos, aunque sea de forma fugaz, es una de esas pequeñas maravillas que no se olvidan.
🏡 Pasear entre las mansiones de Vallvidrera
Vallvidrera es uno de esos rincones poco conocidos que parecen pertenecer a otra ciudad. Situado en plena montaña, a un paso del Tibidabo, este antiguo barrio residencial guarda un ambiente tranquilo y elegante, muy distinto al ritmo del centro de Barcelona. Aquí, entre vegetación y curvas de carretera, se esconden algunas joyas del modernismo catalán.
Pasear por sus calles es como hacer un viaje en el tiempo. Te vas encontrando con grandes casas señoriales de finales del XIX y principios del XX, construidas por la burguesía barcelonesa que buscaba aire puro y vistas al mar. Dos buenos ejemplos son la Casa Arnús, conocida también como El Pinar, y la Casa Muntadas, ambas con ese aire romántico tan típico de la época.
Otro lugar que merece una parada especial es la Vila Joana. Esta antigua masía fue transformada en residencia de verano y hoy alberga el Museu-Casa Verdaguer, dedicado al poeta Jacint Verdaguer, que pasó aquí sus últimos días. Además de descubrir más sobre su obra, el entorno natural y la historia del edificio hacen que la visita sea especialmente agradable.
📜 Un poco de historia y curiosidades del Tibidabo
El Tibidabo no solo tiene unas vistas impresionantes de Barcelona, también es un lugar con una historia bastante curiosa. Antes de llamarse así, los romanos lo conocían como Puig de l’Àliga, que significa “Cerro del Águila”. Un nombre bastante épico, aunque ahora suene más a excursión de domingo que a monte legendario.
El nombre actual, Tibidabo, viene del latín y tiene un origen bastante peculiar: “Tibi dabo” significa “te daré”, y forma parte de una frase de la Biblia Vulgata, en la que el diablo le promete a Jesús todos los reinos de la Tierra si se arrodilla ante él. La leyenda dice que el nombre hace referencia a esas vistas “celestiales” desde lo alto del monte, como si uno pudiera ver y poseerlo todo desde allí.
Mucho antes de que se levantara la iglesia que hoy domina el monte, ya existía aquí una pequeña ermita. Fue construida en 1886, cuando esta zona aún era pura naturaleza. Si visitas la iglesia, en su planta superior todavía puedes ver restos de esa primera construcción, junto a algunas fotos antiguas que muestran cómo era el cerro antes de transformarse en un símbolo de la ciudad.
Y si pensabas que el nombre de Tibidabo solo lo conocían los barceloneses, te sorprenderá saber que muchos estadounidenses lo han oído… gracias a la serie Friends. En uno de los episodios, Joey menciona este lugar como parte de una historia totalmente inventada sobre su supuesto viaje de mochilero por Europa. No es la fuente más fiable, pero es una de esas apariciones inesperadas que hacen sonreír a cualquier fan que haya subido alguna vez al Tibidabo.
🚇 Cómo llegar al Tibidabo desde el centro de Barcelona
🛤️ La ruta por la Avenida de Tibidabo
Antes, la ruta clásica para los visitantes empezaba en la parada de ferrocarriles de Avenida Tibidabo, un lugar que todavía guarda ese aire nostálgico del pasado. Desde ahí, la idea era tomar el famoso Tramvia Blau, un tranvía azul que subía serpenteando por la colina hasta el funicular que te llevaba a la cima. Lamentablemente, este tranvía lleva años sin funcionar, lo que ha hecho que la ruta pierda un poco de ese encanto tradicional.
Ahora, en lugar del Tramvia Blau, toca recorrer ese tramo final en un autobús local o a pie, lo que puede resultar un poco menos mágico, aunque para quien disfruta caminando siempre es una opción agradable. Finalmente, desde el final de la Avenida de Tibidabo se toma el Funicular de Tibidabo, que no forma parte de la red de transporte público de Barcelona, por lo que cada trayecto se paga aparte.
🛤️ La ruta “barata” para llegar al Tibidabo
Si quieres ahorrar en el transporte y pagar solo un billete, hay una opción bastante práctica que nosotros solemos recomendar. Desde Plaza Catalunya, simplemente coges el tren de FGC (líneas S1 o S2) hasta la estación llamada «Peu del Funicular«. Aquí conecta directamente con el Funicular de Vallvidrera, que te sube hasta la parada «Vallvidrera Superior».
Desde ese punto tienes dos opciones: puedes tomar el autobús de barrio número 111, que pasa cada media hora, o hacer un paseo de entre 20 y 30 minutos cuesta arriba. Nosotros te animamos a caminar, porque el camino atraviesa una zona con unas mansiones impresionantes y un ambiente tranquilo que suele pasar desapercibido para la mayoría de visitantes.
¿Necesitas más información para tu visita a Barcelona? Echa un vistazo a nuestras guías adaptadas a tus necesidades:
Qué ver en Barcelona en 2 días – el mejor itinerario para un finde
Qué ver en Barcelona en 3 días – la mejor ruta
Qué hacer en Barcelona en 4 días – el itinerario más completo
Con esto cerramos nuestra pequeña guía sobre el Tibidabo, un rincón de Barcelona que nos ha robado el corazón y al que siempre volvemos cuando queremos disfrutar de la ciudad desde otra perspectiva. Es un lugar especial donde la naturaleza, las vistas y la diversión se combinan a la perfección.
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A pesar de haber ido en varias ocasiones a Barcelona el Tibidabo es uno de los lugares que tengo pendientes de conocer. Tengo ganas de ir a sacar unas fotografías y descubrir esto que cuentas aquí, a ver si en el próximo viaje lo concreto (y hasta capaz termino haciendo un nuevo video de Barcelona, jeje)
Es un lugar que se presta mucho a ser fotografiado. Nosotros esperamos el video!!!!!!
Vaya! Menudo descubrimiento! No lo pasaré por alto la próxima vez que visite la ciudad. Genial los tips sobre el transporte para los que siempre buscamos ahorrar en nuestros viajes.
Saludos!
Es que los viajeros buscamos siempre la forma más barata de hacerlo todo y nos parecía justo compartir este pequeño secreto!
La cosmopolita Barcelona¡¡¡ Menuda vista de Barna 🙂 Fotografía asegurada en cuanto vuelva. Buen post 😉
Antonio ya hay que organizar el viaje 😉
hermosas fotos que bueno conocer tu blog
Gracias Laura, nos encanta que te gusten nuestras fotos!!!