Esquel es una pequeña ciudad tranquila situada en la provincia de Chubut en la Patagonia Argentina. La ciudad en sí no tiene mucha cosa especial, pero se pueden hacer varias bonitas excursiones en Esquel ya que cerca de ella se encuentra Trevelin, un interesante pueblo que fundaron los galeses y también uno de los grandes desconocidos de la Patagonia, el Parque Nacional de los Alerces. Si quieres hacer excursiones magníficas sin encontrar mucha otra gente, visitar esta zona es una de las mejores cosas que hacer en Argentina. Aquí te contaremos todo lo que puedes hacer en Esquel y sus alrededores.
Cómo llegar a Esquel
Si se llega desde el norte, es un viaje bastante corto ya que El Bolsón o Bariloche no sé encuentran muy lejos. Sin embargo si uno viaja a Esquel desde el sur (El Chaltén por ejemplo), pues le esperará un viaje largo y agotador. Cruzar la Patagonia desde el sur al norte se puede de tres maneras distintas, por la ruta 3 en la costa este de Argentina, por la carretera austral número 7 en Chile o por la ruta 40. Para nuestros planes convenía mejor la última, porque en aquel momento Chile además había algunos conflictos por lo que una parte de la carretera estaba cerrada.
Nosotros elegimos la ruta 40 y el trayecto de más de 20 horas. El bus no tenía las semi-camas que nos decían, pero las sillas se podían inclinar para poder dormir durante la primera parte del viaje. Esta parte de la Patagonia es casi completamente desértica, en la ruta 40 hay tramos en los cuales durante horas no se pasa cerca de ninguna población, muy pocos coches vienen de la otra dirección y además la mayor parte de la ruta no está asfaltada, sino es de piedra o como dicen aquí de ripia y se escuchan las piedras que se botan mientras el bus pasa por la carretera. Todo este ambiente da un toque misterioso a esta ruta que los argentinos la llaman “la mítica ruta 40”. Durante el largo trayecto comimos (una comida estaba incluida en el billete), dormimos, escogimos las fotos y escribimos los posts para el blog, pero igualmente llegamos bastante agotados a Esquel; después de 20 horas de bus, casi a medianoche. Cuando sacamos las mochilas del maletero del bus, vimos el resultado de la carretera de piedra; estaban llenas de polvo y la mochila de Rachele originalmente de color morado era gris. Encima, cuando llegamos estaba lloviendo, menos mal que Pablo (nuestro couch en El Chaltén) nos había dicho que había un hostal decente cerca de la estación y por suerte aún quedaban un par de camas libres en un dormitorio de 9 camas donde pudimos pasar la noche.
Excursiones desde Esquel – Trevelin, un pueblo galés
Una de las excursiones en Esquel que merece la pena hacer es visitar el pueblo de Trevelin. Trevelin es un pueblo que fundaron los galeses y nos tenía intrigado por las historias que habíamos escuchado sobre ellos. Aunque en el ambiente no se nota ya tanto el sentimiento galés, hemos encontrado varios sitios que aún guardan las costumbres galesas: casas de té, una capilla y por las ventanas de una pequeña casita cerca de la capilla vimos que allí dan clases de idioma, naturalmente galés. Hay un museo que cuenta con la réplica de la primera casa galesa. Cuando llegamos allí, estaba cerrado y un hombre nos avisó que el museo se abría a las 16 pero cuando le explicamos que nosotros no íbamos a estar a aquella hora nos dejó entrar y también nos explicaron que hay un renacimiento de la cultura y la lengua galesa que en tan poco tiempo no pudimos averiguar.
Excursiones en Esquel – Subir a la cruz para disfrutar las vistas
Esquel nos pareció ser una ciudad pequeña y agradable sin mucho interés especial. Otra actividad que hacer en Esquel es subir al monte que se encuentra al lado de Esquel. Para subir a la cruz que está en la cumbre hay que subir 530 metros. La subida tiene bastante cuesta, pero las vistas son hermosas desde arriba.
Excursiones en Esquel – El Parque Nacional de los Alerces
La excursión en Esquel que no te puedes perder de ninguna forma es visitar el Parque Nacional de los Alerces. Para llegar allí hay que coger un bus por la mañana. El bus cruza todo el parque y hace varias paradas, tendrás que consultar el horario para ver cuándo pasa el bus de vuelta si quieres volver a Esquel. En el parque también hay varios lugares para acampar.
Al entrar en el parque los guardaparques subieron como siempre al bus para cobrar la entrada y como ya estábamos un poco cansados de que nos claven el doble o el triple que pagan los argentinos, Gábor imitó el acento argentino, y parece que le creyeron porque conseguimos pagar solo la entrada para los locales. El parque es muy grande y el bus hace muchísimas paradas en su interior y los pasajeros deciden en qué zona bajar. Todos los locales nos aconsejaron visitar la zona del Lago Verde y del Río Arrayanes.
Vistas panorámicas de los lagos
Primero subimos al mirador del Lago Verde de donde hay unas vistas muy bonitas del mismo Lago Verde, del Lago Menéndez y los bosques.
Este parque es mucho menos famoso que los que habíamos visitado antes, por eso había mucho menos gente y más tranquilidad.
El sendero interpretativo siguiendo el Río Arrayanes
Desde el mirador bajamos por la carretera a la pasarela del Río Arrayanes y aquí había unos senderos muy hermosos interpretativos que explicaban la vegetación de los bosques. A Rachele le gustaron mucho los arrayanes de color canela, mientras a Gábor le gustaron los alerces solitarios que había en esta zona, algunos con muchos cientos de años.
Durante las últimas horas en el parque encontramos un sendero muy tranquilo en la orilla del río, había algunas partes que eran tipo playas pequeñitas, y Rachele decidió quedarse en una de ellas para contemplar el río y sus animales, mientras Gábor siguió caminando un poco más para encontrar el “abuelo” que es el nombre de un alerce de 800 años de edad.
Dónde dormir en Esquel
Se puede encontrar alojamiento en el Parque Nacional de los Alerces, pero lo más típico es alojarse en Esquel y visitar el parque desde allí. Nosotros nos alojamos en el hostal el Caminante, donde nos sentimos bastante a gusto. Un hostal sencillo con dormitorios y habitaciones privados, pero David, el encargado nos hizo sentir muy a gusto mientras estuvimos. Luego la segunda parte de nuestra estancia estuvimos de Couchsurfing en casa de Luciano que ofreció alojarnos.
Esquel no nos pareció una ciudad especialmente bonita, pero la gente que conocimos era muy maja y las bonitas excursiones desde Esquel justificaron los días que pasamos en la ciudad. Visitar el Parque Nacional de los Alerces merece mucho la pena y nosotros seguramente volveríamos para pasar más tiempo en el parque.
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