Escrito por Gábor Kovács
La provincia de Huesca, una de las tres que forman parte de la comunidad autónoma de Aragón, es una de las provincias más extensas de España. Sin embargo, su población es muy reducida, algo que se percibe nada más dejar atrás las carreteras principales.
Este carácter poco poblado ha permitido conservar un entorno natural excepcional. En Huesca, lo habitual es toparse con paisajes casi intactos, donde los pueblos parecen suspendidos en el tiempo y el contacto con la naturaleza es constante. Buena parte del territorio lo ocupa el Pirineo Aragonés, una de las zonas más espectaculares del país para los amantes de la montaña. Aquí se encuentran algunos de los picos más altos de la península ibérica, como el Aneto, y glaciares que todavía resisten al paso del tiempo. También abundan los parques naturales, las cascadas escondidas entre bosques de hayas, las rutas de senderismo que recorren valles glaciares y los miradores con panorámicas que cuesta olvidar.
Además de los paisajes, Huesca también conserva un valioso patrimonio histórico. Iglesias románicas, ermitas aisladas en mitad del campo y pueblos de arquitectura tradicional, muchos de ellos declarados conjuntos históricos, forman parte del itinerario de cualquier viajero con ganas de descubrir otra cara del Pirineo. En lugares como Aínsa, Alquézar o Roda de Isábena se respira historia en cada callejuela, y el ambiente es tan auténtico que cuesta creer que todavía existan sitios así en pleno siglo XXI.
En nuestro caso, Huesca es una de esas provincias a las que volvemos año tras año. Cuando llega el verano, solemos instalar la autocaravana durante varias semanas en algún rincón del Pirineo aragonés, ya sea en Panticosa, Bielsa, Benasque o en algún valle menos conocido, pero igualmente especial. Son días de rutas por la montaña, baños en ríos de agua helada y tardes tranquilas en pueblos donde el tiempo parece haberse detenido.
Para ayudarte a preparar tu viaje por esta provincia tan diversa, hemos creado una guía completa con los 40 lugares más interesantes que ver en la provincia de Huesca. Además de compartirte nuestros lugares favoritos, hemos preparado varios itinerarios que te ayudarán a organizar mejor tu ruta.
💡 Consejo práctico
Para disfrutar con calma de los paisajes del Pirineo y los pueblos repartidos por la provincia de Huesca —muchos en zonas de montaña o de difícil acceso en transporte público—, lo más recomendable es contar con coche propio o de alquiler. Así podrás moverte con más libertad y aprovechar mejor el tiempo. También es importante elegir un alojamiento bien ubicado según la zona que quieras recorrer. Aquí te dejamos algunos enlaces útiles para organizar tu escapada:
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🌄 Parques naturales y otros espacios de naturaleza que ver en Huesca
Si hay algo que define a la provincia de Huesca es su vínculo con la naturaleza. El Pirineo Aragonés ocupa buena parte de su territorio y regala al viajero un sinfín de paisajes majestuosos. Pero sería un error pensar que todo se reduce a caminar entre montañas. Huesca es también una tierra de valles profundos, desfiladeros escarpados, cascadas escondidas y pequeños pueblos que parecen formar parte del paisaje.
🏞️ 1. Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido
Para quienes disfrutan del senderismo, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es una visita imprescindible. Pero incluso si no sueles calzarte las botas, este lugar merece un hueco en tu itinerario. Declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1997, es uno de los pocos parques nacionales de alta montaña que existen en España, junto al Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici en Cataluña. Aquí los paisajes no solo son imponentes, también están cargados de historia geológica y biodiversidad.
Este parque acoge varios de los ecosistemas mejor conservados del Pirineo, desde bosques de hayas hasta llanuras glaciares, y ofrece rutas de distinta dificultad para adaptarse a todos los viajeros. En los siguientes apartados te hablamos de los valles y rincones más destacados del parque, perfectos para una primera visita o para seguir descubriendo si ya estuviste antes.
🌲 2. Valle de Ordesa
El Valle de Ordesa es el acceso más conocido y visitado del parque, y también el que ofrece una de las rutas más espectaculares: el camino que lleva a la Cola de Caballo, una cascada que parece sacada de una postal. Pero lo mejor de esta excursión no es solo el destino, sino el recorrido. A lo largo de la ruta se pasa por cascadas como la de Arripas, bosques frondosos y tramos desde los que se aprecian las dimensiones de este valle glacial tan característico.
En nuestro caso, tras llegar a la Cola de Caballo seguimos caminando hasta el Refugio de Góriz, una experiencia recomendable si estás acostumbrado a caminar por montaña y quieres disfrutar de vistas privilegiadas del entorno. Eso sí, el acceso al valle está regulado en temporada alta, y en verano hay que dejar el coche en Torla y tomar un autobús lanzadera.
🏔️ 3. Valle de Pineta
El Valle de Pineta, en la vertiente opuesta del Monte Perdido, es menos frecuentado que Ordesa pero igual de impresionante. Desde Bielsa, una carretera bien asfaltada te llevará hasta un amplio aparcamiento desde donde salen varias rutas. Una de las más populares y accesibles es la subida a los Llanos de La Larri, un camino sencillo y muy gratificante que atraviesa un bosque y acaba en una pradera con vistas directas a las paredes del Monte Perdido.
En los alrededores también puedes visitar cascadas tan fotogénicas como las de la Cinca o las de la Larri, especialmente caudalosas en primavera o tras días de lluvia. Nosotros pasamos aquí varios días y es uno de los lugares donde más hemos desconectado, ya que hay zonas de pernocta para autocaravanas con un entorno que invita a quedarse.
🌄 4. Cañón de Añisclo
El Cañón de Añisclo es una de esas joyas menos conocidas del parque que sorprende tanto por la carretera de acceso como por los paisajes que esconde. El trayecto desde Escalona, de sentido único y bastante estrecho, atraviesa un desfiladero de roca caliza que parece sacado de una película. Conviene consultar el estado de la carretera antes de ir, ya que a veces se producen desprendimientos y el firme no siempre está en buen estado. Para los que viajamos en autocaravana, hay que extremar la precaución.
Entre las rutas más interesantes está la que rodea la Ermita de San Úrbez, un paseo circular sencillo y con encanto, y el acceso al Mirador de Añisclo, desde donde se tienen unas vistas espectaculares de este cañón que parece perderse entre las montañas.
⛰️ 5. Garganta de Escuaín y los Miradores de Revilla
En la zona oriental del parque se encuentra la menos transitada pero impresionante Garganta de Escuaín. Aquí el paisaje cambia: los acantilados se estrechan y la sensación de aislamiento es todavía mayor. Hay dos formas principales de conocer esta zona. Una es desde el propio pueblo de Escuaín, donde parten senderos hacia el interior de la garganta
La otra opción, que fue la que elegimos nosotros, consiste en hacer la ruta de los Miradores de Revilla. Es un camino sencillo, prácticamente llano, que parte de una curva de la carretera cerca del núcleo de Revilla. Durante el recorrido, se suceden varios miradores naturales desde donde se aprecian unas vistas sobrecogedoras del cañón. Además, esta zona es uno de los mejores puntos del Pirineo para avistar quebrantahuesos, así que conviene llevar prismáticos.
🚶♂️ 6. Valle de Bujaruelo
El Valle de Bujaruelo, vecino del archiconocido Valle de Ordesa, ofrece un paisaje igual de espectacular, pero con un ambiente mucho más tranquilo. Es una zona magnífica si buscas conectar con la naturaleza lejos del bullicio. Aquí no hay grandes aglomeraciones, solo prados verdes, el sonido del río Ara y unas vistas que invitan a quedarse sin mirar el reloj.
Una de las joyas del lugar es el puente medieval de San Nicolás de Bujaruelo, perfectamente integrado en el paisaje, que parece sacado de un cuento. A su lado, una pequeña área recreativa invita a hacer una parada larga: extender una manta y preparar un picnic al lado del río Bujaruelo es una de esas experiencias sencillas que se disfrutan de verdad.
Desde este punto parten numerosas rutas de senderismo, tanto para caminatas cortas como para rutas más exigentes. Algunas de ellas conducen hasta los valles colindantes, como el de Otal o el de Ordiso, pasando por bosques de hayas y pinares, y atravesando zonas donde todavía se siente el silencio de la montaña.
🏕️ 7. Valle de Otal
El Valle de Otal es uno de esos lugares que sorprenden precisamente por su sencillez. Situado en la parte alta del Valle de Bujaruelo, este rincón del Pirineo oscense permanece un poco escondido, y quizá por eso conserva intacto su encanto. Para llegar hasta el circo glaciar de Otal hay que caminar un buen rato, pero la recompensa es inmediata: un valle amplio y despejado, rodeado por las montañas de la Sierra Tendeñera, con un paisaje moldeado por el río Otal, que serpentea en forma de pequeños meandros.
La forma en “U” del valle evidencia su origen glaciar y le da una amplitud que no es tan habitual en los valles pirenaicos. Durante la caminata es fácil encontrar vacas pastando y escuchar el canto de las marmotas. Si el día está despejado, la vista hacia el collado que comunica con el Valle de Tena resulta impresionante.
⛰️ 8. Parque Natural Posets-Maladeta
Después de Ordesa, el Parque Natural Posets-Maladeta es la otra gran joya del Pirineo aragonés. Aquí se concentran algunas de las cumbres más elevadas de toda la cordillera, empezando por el pico Aneto, el más alto con sus 3.404 metros. Este parque es un paraíso para los aficionados al montañismo, pero también tiene mucho que ofrecer a senderistas de todos los niveles.
Una de las particularidades del parque es la presencia de más de 10 glaciares, entre ellos el del Aneto o el del Llardana, los últimos supervivientes de una era pasada que aún resisten el paso del tiempo. Además, en esta zona se encuentra una de las mayores concentraciones de ibones (lagos de origen glaciar) de los Pirineos, con cerca de 100 lagos repartidos entre valles y montañas.
Uno de nuestros recorridos favoritos es la ruta desde el Valle de Estos hasta el Ibón de Escarpinosa, una caminata que empieza cerca de Benasque. El sendero primero pasa por el Ibonet de Batisielles, un rincón encantador rodeado de bosque, y luego asciende hasta el Ibón de Escarpinosa, que se encuentra a los pies de la Aguja de Perram.
🏞️ 9. Valle de Tena
El Valle de Tena es uno de los paisajes más completos del Pirineo Aragonés. Lo recorre el río Gállego, flanqueado por montañas imponentes, bosques espesos y lagos de aguas limpias. Además de su riqueza natural, el valle conserva pueblos con mucho encanto como Lanuza, parcialmente sumergido por un embalse y recuperado con mimo, o Sallent de Gállego, que conserva su aire tradicional y ofrece preciosas vistas a la Peña Foratata.
En el extremo del valle, el Puerto del Portalet permite cruzar a Francia y ofrece vistas espectaculares al Valle de Ossau. Entre los atractivos naturales destacan cascadas como la del Salto del Pinar, el Bosque del Betato, perfecto para paseos en familia, o ibones tan bonitos como el Ibón de Piedrafita o el de Sabayés.
Es una zona que conocemos especialmente bien, y que recomendamos tanto en verano, para hacer rutas a pie o en bicicleta, como en invierno, cuando se convierte en uno de los referentes para el esquí en Aragón. Si te interesa descubrir más, puedes consultar nuestra guía con lo mejor que ver en el Valle de Tena.
🌲 10. Parque Natural de los Valles Occidentales
En el extremo más occidental del Pirineo aragonés, casi en la frontera con Navarra, se extiende el Parque Natural de los Valles Occidentales. Esta zona se caracteriza por una naturaleza menos abrupta que en otras partes del Pirineo, pero no por ello menos espectacular. Aquí predominan los bosques atlánticos, que forman una rareza en Aragón, y valles de formas suaves moldeados por antiguos glaciares.
Uno de los lugares más conocidos es el Valle de Hecho, con su arquitectura tradicional bien conservada y rutas que se adentran en paisajes frondosos. Muy cerca se encuentra la Selva de Oza, una joya escondida donde los árboles centenarios y la humedad del entorno crean una atmósfera mágica.
Este parque es perfecto para ir con niños, ya que ofrece actividades al aire libre para toda la familia: desde senderos fáciles hasta tirolinas y zonas de juegos. Además, si tienes algo más de tiempo, puedes seguir la pista hasta el Valle de Aguas Tuertas, uno de los rincones más fotogénicos del Pirineo aragonés, con su pradera serpenteada por el río Aragón Subordán.
🏜️ 11. Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara
El Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara demuestra que la provincia de Huesca tiene mucho más que ofrecer que los picos nevados del Pirineo. Este espacio natural, de origen cárstico, se extiende entre la depresión del Ebro y las estribaciones de los Pirineos, y presenta un paisaje totalmente distinto al que uno se imagina cuando piensa en Huesca. Aquí son los ríos los verdaderos escultores del terreno: el Vero, el Alcanadre, el Flumen y el Isuala han modelado durante milenios un entorno de barrancos profundos, cuevas escondidas y cascadas que surgen en medio de la aridez de la sierra.
Además de sus valores paisajísticos, Guara es conocida por ser uno de los mejores destinos de barranquismo de Europa. Pero no hace falta ponerse neopreno para disfrutar del parque: hay muchos senderos señalizados que permiten descubrirlo a ritmo tranquilo. Uno de los más accesibles es la ruta de las pasarelas del río Vero, muy cerca del precioso pueblo de Alquézar. Este recorrido circular te lleva por el interior del Cañón del Vero, siguiendo unas pasarelas metálicas que permiten caminar literalmente sobre el curso del río. La ruta no presenta grandes dificultades, pero conviene saber que hay tramos que pueden imponer respeto si no llevas bien las alturas.
🧗 12. Mallos de Riglos
Los Mallos de Riglos son una de las estampas más icónicas de la provincia de Huesca. Estas gigantescas moles de roca rojiza, de hasta 300 metros de altura, se alzan de forma casi vertical junto al pueblo de Riglos, creando una imagen difícil de olvidar. Su silueta llama la atención desde la carretera, pero cuando te acercas y ves a los escaladores subiendo sus paredes, entiendes el magnetismo que ejerce este lugar.
Además de admirarlos desde el pueblo, merece mucho la pena hacer la ruta circular de los Mallos, también conocida como Camino del Cielo. Es un recorrido fácil que va ganando altura poco a poco y ofrece unas vistas increíbles tanto sobre los Mallos como sobre el valle del Gállego.
🧗 13. Mallos de Agüero
Un poco más al norte, los Mallos de Agüero ofrecen una versión más tranquila y menos conocida de este tipo de formaciones rocosas. Aunque no son tan altos ni tan visitados como los de Riglos, el paisaje aquí tiene algo muy especial. El pequeño pueblo de Agüero, con sus tejados rojizos y su iglesia románica, encaja perfectamente en el entorno, y desde cualquier ángulo se obtienen panorámicas fotogénicas.
También aquí se puede hacer una ruta circular que rodea los Mallos, con tramos que permiten acercarse a algunas de las formaciones más curiosas. Es una caminata bastante sencilla y poco transitada, perfecta si buscas contacto con la naturaleza sin demasiada gente alrededor.
🧗 14. Muralla China de Finestres
Puede que el nombre suene a broma, pero la Muralla China de Finestres existe y está en la provincia de Huesca. Este sorprendente conjunto de estratos verticales de roca caliza forma una línea casi perfecta que recuerda a una muralla medieval, aunque en realidad es fruto de procesos geológicos. Está situada cerca del despoblado de Finestres, una zona remota a la que solo se puede acceder a pie o en 4×4.
El sendero que lleva hasta la muralla no es largo, aunque conviene llevar agua y protección solar, ya que no hay sombras en buena parte del recorrido. El esfuerzo tiene recompensa: llegar al mirador y encontrarte con esa especie de muralla natural es una de esas imágenes que se quedan grabadas. La sensación de aislamiento es total, y eso le da aún más encanto al lugar.
🚣 15. Congost de Mont-rebei
El Congost de Mont-rebei es uno de esos sitios que, aunque esté justo en el límite provincial, no podíamos dejar fuera. Este espectacular desfiladero separa Huesca y Lleida, y es probablemente uno de los paisajes más impactantes de toda la península. El río Noguera Ribagorçana ha tallado aquí un paso estrecho entre paredes de roca que llegan a alcanzar los 500 metros de altura. En algunos tramos, las paredes están tan cerca que parecen cerrarse sobre el río.
La ruta principal va por un camino esculpido en la roca, suspendido sobre el cañón, con vistas vertiginosas al río. Hay también opciones para hacerlo en kayak o combinar senderismo y navegación. En cualquier caso, es una experiencia visual increíble, especialmente si lo haces fuera de temporada o entre semana, cuando hay menos gente en el camino.
🌄 16. Foz de Salinas
Otra de las grandes sorpresas de nuestro viaje por Huesca fue la Foz de Salinas. Se trata de una profunda cortada que llama la atención por sus formaciones rocosas únicas, esculpidas a lo largo de miles de años por la erosión constante del agua del Barranco de Salinas. Estas fuerzas naturales han creado unas paredes verticales imponentes que se elevan formando una cresta rocosa muy característica y visualmente impactante.
Este entorno ofrece algo más que un paisaje impresionante. Si te gusta la observación de aves, la Foz de Salinas es un lugar muy especial para el avistamiento de buitres leonados y otras especies rapaces que encuentran en estas paredes el refugio perfecto para anidar. Ver cómo estas aves planean tan cerca, dominando el espacio aéreo con su majestuoso vuelo, aporta una experiencia única que invita a conectar con la naturaleza de forma auténtica.
🌄 17. Gorgas de San Julián
Para quienes disfrutan de rincones menos transitados, el barranco de San Julián es un destino poco conocido pero que merece la pena descubrir. Situado en los límites del Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, está muy cerca de la ciudad de Huesca, lo que facilita su visita incluso en una escapada de un día.
Al final del barranco se encuentran las Gorgas de San Julián, una formación natural impresionante donde una gran grieta vertical ha ido estrechándose con el tiempo. La peculiaridad de este lugar es que, conforme la grieta se eleva, los rayos de sol apenas consiguen penetrar, creando un juego de luces y sombras que transforma el espacio en una especie de catedral natural. La atmósfera recuerda, en cierta manera, al Siq de Petra en Jordania, con esa sensación de misterio y maravilla ante la fuerza del paisaje.
💦 Cascadas que visitar en Huesca
Entre todos los atractivos naturales que ofrece Huesca, las cascadas son sin duda algunos de los escenarios más espectaculares. Estas caídas de agua que atraviesan el Pirineo Aragonés tienen un encanto especial y transmiten una energía que resulta difícil de igualar.
Desde que tenemos a nuestro hijo Diego, hemos descubierto cómo estas formaciones capturan también su atención y curiosidad, lo que ha hecho que nuestras excursiones junto a las cascadas sean aún más especiales. El sonido del agua, el frescor del ambiente y la belleza visual de estos saltos hacen que cada visita se convierta en una experiencia inolvidable para toda la familia.
El Pirineo Aragonés está lleno de cascadas de diferentes tamaños y características, algunas muy conocidas y otras menos transitadas, pero todas con su propio encanto. A continuación te contamos sobre algunas de las más destacadas, aunque esperamos ampliar esta lista en futuras visitas.
💧 18. Cascada Cola de Caballo de Ordesa
No hay forma de hablar de cascadas en España sin mencionar la Cola de Caballo, una de las más emblemáticas y visitadas. Situada en el corazón del Valle de Ordesa, que forma parte del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, esta cascada deslumbra con una caída de agua de unos 54 metros.
El agua cae con fuerza desde el Barranco de Goriz, y su forma, que recuerda a una cola de caballo, es especialmente llamativa cuando el caudal es alto, tras días de lluvia o deshielo. La ruta para llegar a la cascada es muy popular y accesible para familias y senderistas de todos los niveles, ya que discurre por un camino bien señalizado y lleno de paisajes de gran valor natural.
El valle en sí es Patrimonio de la Humanidad, y la caminata hasta la Cola de Caballo ofrece la posibilidad de disfrutar de bosques, praderas y vistas panorámicas. Para quienes quieran alargar la ruta, el Refugio de Goriz está un poco más adelante y ofrece perspectivas diferentes tanto de la cascada como del valle.
💦 19. Cascada de Sorrosal en Broto
Muy cerca del pueblo de Broto, en la entrada al Valle de Ordesa, encontrarás una cascada con un carácter muy especial: la Cascada del Sorrosal. Su caída de agua, alta y espectacular, forma un paisaje que llama la atención desde el primer momento.
Lo mejor de esta cascada es que es accesible sin necesidad de hacer senderismo largo o complicado, lo que la convierte en una opción perfecta para quienes buscan un contacto rápido y directo con la naturaleza sin complicaciones.
Si te gustan las emociones fuertes y no sufres de vértigo, el entorno del Sorrosal también es conocido por su vía ferrata, considerada una de las más impresionantes de Aragón y de España. Esta aventura vertical ofrece una experiencia única, permitiendo ascender junto a la cascada con seguridad pero con mucha adrenalina.
20. Cascada de Otal
La Cascada de Otal se encuentra en el encantador Valle de Otal, uno de nuestros lugares preferidos en Huesca. Es una cascada de tamaño medio que destaca por su belleza y su entorno tranquilo.
Para llegar hasta ella hay que caminar desde la Ermita de Bujaruelo, en un sendero que es accesible para la mayoría y que resulta muy agradable por la variedad de paisajes que atraviesa, desde bosques hasta praderas alpinas.
💧 21. Cascada Forau de Aiguallut
Uno de los saltos de agua que realmente impresiona es la Cascada Forau de Aiguallut, un fenómeno natural poco común conocido como sumidero endokárstico. Esta cascada actúa como una especie de “puente” subterráneo donde las aguas procedentes de los neveros de las montañas desaparecen para reaparecer después en las cascadas del Valle de Arán.
El acceso se realiza desde el Hospital de Benasque, siguiendo un sendero junto al Río Ésera que va ascendiendo hasta llegar al Plan d’Aiguallut. El entorno es especialmente hermoso, con vistas directas a varios glaciares cercanos y, si el día está despejado, es posible contemplar el imponente pico de Aneto, el más alto de los Pirineos.
💦 22. Salto de Sallent de Gállego
Para cerrar esta sección con un toque tranquilo, el Salto de Sallent de Gállego es un pequeño tesoro escondido entre el bosque cercano al pueblo de Sallent de Gállego, en el conocido Valle de Tena. Este salto de agua destaca por su sencillez y belleza natural, accesible a través de una ruta muy amigable que puede realizarse sin dificultad con niños, lo que lo convierte en una opción perfecta para familias o quienes buscan un paseo suave en plena naturaleza.
💦 23. Cascadas del Cinca en el Valle de Pineta
Las Cascadas del Cinca son una de las grandes maravillas naturales del Valle de Pineta, un espacio de fuerza y serenidad. Esta serie de cascadas puede oírse desde lejos, anunciando su presencia con un ruido constante y refrescante. Desde el parking del valle, la caminata hasta las cascadas dura poco más de una hora y ofrece un recorrido agradable en un entorno lleno de vida silvestre y vegetación abundante. El camino es apto para senderistas con un nivel medio y está perfectamente señalizado.
💧 24. Cascada de Argualas en Baños de Panticosa
Entre las cascadas del Valle de Tena, la Cascada de Argualas se distingue por su fácil acceso y su entorno encantador. Situada muy cerca de Baños de Panticosa, un lugar famoso por sus aguas termales, esta cascada está a apenas cinco minutos a pie desde el balneario. El sonido del agua cayendo y el paisaje que la rodea hacen de este lugar un espacio especialmente apacible, perfecto para desconectar. Además, el entorno ofrece varias rutas para continuar explorando si se desea alargar la visita.
💧 25. O Saldo de Escarrilla en el Valle de Tena
El O Saldo de Escarrilla es otro lugar que no puede faltar en la lista de quienes disfrutan de las maravillas naturales de Huesca. La ruta que conduce a esta cascada parte del pueblo de Escarrilla y es bastante sencilla, apta para todos los niveles y perfecta para hacer en familia. En el camino se atraviesa la Garganta de Escarra, un entorno lleno de vegetación que añade frescura y sombra a la caminata. La caída de agua desemboca en una piscina natural de aguas limpias y cristalinas, perfecto para darse un chapuzón durante los meses más cálidos.
💦 26. Cascada de Orós Bajo
Dos impresionantes saltos de agua conforman la Cascada de Orós Bajo, un lugar imprescindible para quienes disfrutan de la naturaleza en Huesca. El salto más alto mide 30 metros y el segundo 16 metros, creando un espectáculo visual. Más allá de la belleza del agua, lo que realmente destaca aquí es el entorno rocoso. Podrás observar con detalle una formación geológica conocida como flysch, donde se aprecian claramente los estratos de areniscas, arcillas y margas que se fueron depositando y plegando a lo largo de millones de años.
Esta sucesión de capas no solo aporta un valor científico, sino que también crea un paisaje singular, con formas y texturas que parecen esculpidas por la naturaleza con paciencia y precisión. Para acceder a la cascada, el camino ofrece vistas agradables y es una buena oportunidad para conectar con la tranquilidad del Valle de Tena.
🏘️ Ciudades y pueblos bonitos de Huesca
Ya dedicamos un artículo completo a los pueblos más bonitos de Huesca, pero aquí haremos un repaso breve para situar a quienes quieran explorar algunos de sus núcleos con más encanto y patrimonio.
🏙️ 27. Huesca ciudad
La capital de la provincia no puede faltar en ninguna lista de visitas por Huesca. Aunque es una ciudad pequeña, con algo más de 50.000 habitantes, ofrece un patrimonio histórico y cultural que merece la pena descubrir con calma. En el centro histórico quedan vestigios de la antigua muralla árabe que protegía la ciudad, mientras que la Catedral de Huesca destaca por su sobrio y elegante estilo gótico, con detalles interesantes en su portada y en el interior.
Muy cerca se encuentra la Iglesia de San Pedro el Viejo, una joya del románico aragonés, que transmite la esencia medieval de la ciudad con su aspecto robusto y su atmósfera tranquila. Otro lugar que vale la pena visitar es el Convento de San Miguel, uno de los ejemplos más representativos del románico tardío en Aragón. Para conocer mejor la ciudad, una visita guiada por Huesca resulta muy útil, ya que permite descubrir detalles que pasan desapercibidos al caminar por libre y conocer las anécdotas que rodean sus monumentos y plazas.
🏡 28. Aínsa
Aínsa es uno de los pueblos medievales mejor conservados de la provincia y uno de los más atractivos para quienes buscan historia y arquitectura tradicional en un entorno natural privilegiado. Se asienta en un punto estratégico, en la confluencia de los ríos Ara y Cinca, lo que en el pasado le dio gran importancia defensiva y comercial. Su casco antiguo mantiene intacto el trazado medieval con calles estrechas y empedradas que llevan hasta el imponente castillo, que domina el paisaje desde lo alto.
La Plaza Mayor es el corazón del pueblo, un espacio lleno de vida donde suelen celebrarse mercados y eventos culturales. Entre sus monumentos destacan la iglesia románica de Santa María y varios palacios góticos que cuentan la historia de una época de esplendor. Pasear por Aínsa es como trasladarse al pasado, pero con todas las comodidades actuales para disfrutar sin prisas. Además, los alrededores del pueblo ofrecen rutas de senderismo y espacios naturales para completar la visita.
🏰 29. Alquézar
En la entrada del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara se encuentra Alquézar, un pueblo que parece sacado de una postal. Su imagen más reconocible es el castillo-colegiata que corona el cerro, visible desde varios kilómetros a la redonda, y que domina un conjunto de casas de piedra que se integran perfectamente en el paisaje de roca caliza esculpida por el río Vero.
Alquézar es uno de los destinos favoritos para quienes buscan tanto historia como naturaleza, ya que además de su atractivo casco antiguo, la zona ofrece rutas de senderismo por cañones y barrancos, con opciones para todos los niveles. Caminar por sus calles empedradas y subir hasta la Colegiata de Santa María permite disfrutar de panorámicas que recompensan el esfuerzo, y descubrir rincones con mucho encanto donde sentarse a tomar algo en alguna terraza.
🌄 30. Benasque
Aunque sobre todo conocido por ser un punto de partida para excursiones y actividades de montaña, Benasque también merece la visita por sí mismo. Situado a la entrada del Parque Natural de Posets-Maladeta, es el lugar perfecto para alojarse si quieres aprovechar al máximo las rutas de senderismo o deportes como el esquí en invierno. El pueblo destaca por sus casas de piedra con tejados tradicionales, que mantienen ese aire típico del Pirineo aragonés, y por su ambiente agradable, especialmente en verano cuando las terrazas se llenan y el ambiente nocturno se vuelve animado.
Entre los monumentos que puedes descubrir están la Casa Juste, un edificio histórico que hoy acoge exposiciones culturales, y la Iglesia de Santa María la Mayor, un templo con elementos góticos y barrocos que refleja la evolución arquitectónica de la zona. Además, Benasque es un buen punto para disfrutar de la gastronomía local, con restaurantes que ofrecen platos de montaña y productos de la tierra.
⛪ 31. Jaca
Jaca, capital de la comarca de Jacetania, es una ciudad pequeña que guarda un patrimonio histórico y artístico realmente notable. Su situación estratégica, cerca de la frontera con Francia y en pleno trazado del Camino de Santiago, le ha otorgado un papel relevante a lo largo de los siglos. Pasear por Jaca es asomarse a distintas épocas, desde la Edad Media hasta tiempos más recientes.
Uno de sus grandes atractivos es la Ciudadela de Jaca, una impresionante fortificación pentagonal del siglo XVI que hoy funciona como espacio cultural y museo donde podrás recorrer sus murallas y disfrutar de vistas únicas sobre la ciudad. No muy lejos se encuentra la Catedral de San Pedro, un destacado ejemplo del románico aragonés, con su imponente estructura y detalles arquitectónicos que merecen una visita pausada.
Si quieres una primera toma de contacto con Jaca, aprovecha esta visita guiada
🏘️ 32. Graus
Aunque el nombre de Graus suele asociarse rápidamente con sus famosas longanizas, este pueblo tiene mucho más que ofrecer para quienes disfrutan del turismo cultural y gastronómico. Graus destaca por su arquitectura tradicional y su ambiente tranquilo, donde la historia y la vida local se mezclan con naturalidad.
Uno de los lugares más emblemáticos es la Basílica de la Virgen de la Peña, situada en la ladera de una roca que domina el paisaje. Al llegar, lo primero que llama la atención es su fachada con mezcla de estilos que reflejan distintas épocas y reformas. Para conocerla bien, vale la pena subir por la escalinata que conduce hasta el templo y recorrer su encantador claustro, donde se respira una atmósfera especial.
Otro punto de interés es la Plaza Mayor, llena de casas pintadas con tonos cálidos y arcos de estilo mudéjar, que ofrecen una postal típica de Aragón. Esta plaza es el corazón social del pueblo, con bares y terrazas donde probar la gastronomía local mientras se disfruta del ambiente relajado.
🏞️ 33. Roda de Isábena
Una de las sorpresas más curiosas de la provincia es Roda de Isábena, un pueblo pequeño —menos de 100 habitantes— que, sin embargo, cuenta con una joya arquitectónica de gran importancia: la Catedral de San Vicente. Esta catedral, uno de los mejores ejemplos del románico aragonés, impresiona por su tamaño y conservación, y recuerda la época en la que Roda fue capital de la Ribagorza y sede episcopal.
Caminar por sus calles empedradas invita a descubrir un pueblo con aire medieval, con casas que mantienen ese encanto de tiempos pasados. La catedral, con su torre, claustro y múltiples detalles artísticos, merece una visita pausada para apreciar bien todos sus elementos.
🌲 34. Torla-Ordesa
El nombre de Torla-Ordesa refleja la estrecha relación entre este pueblo y el imponente Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, una de las joyas naturales de los Pirineos y uno de los destinos favoritos para senderistas y amantes de la montaña en España.
Torla-Ordesa es la puerta de entrada al valle de Ordesa, y su entorno ofrece paisajes de montaña impresionantes, con la majestuosa silueta del Mondarruego como fondo. Pero más allá de su localización, el pueblo tiene su propio atractivo, con casas de piedra tradicionales, calles cuidadas y una atmósfera muy auténtica.
La iglesia gótica de San Salvador destaca en el centro, con su arquitectura sencilla pero elegante, y las casonas medievales que rodean la plaza mayor cuentan historias de épocas pasadas. Después de una jornada de excursiones, pasear por sus calles o tomar algo en alguno de sus bares es una excelente manera de completar la experiencia.
⭐ Otros lugares imprescindibles que ver en Huesca
🏰 35. Castillo de Loarre
Entre los castillos de la provincia de Huesca destaca el Castillo de Loarre, una fortaleza románica que no solo es una de las más importantes de Aragón, sino que también está considerada el castillo románico mejor conservado de Europa. Su ubicación en lo alto de una colina ofrece unas vistas panorámicas que impresionan, y recorrer sus murallas transporta a la época de su construcción.
Levantado durante el reinado de Sancho III, su función original fue proteger estas tierras de posibles ataques musulmanes, y hoy se conserva en un estado magnífico que permite imaginar la vida en tiempos medievales. Además, su fama traspasó fronteras cuando Ridley Scott eligió este escenario para rodar las primeras escenas de «El reino de los cielos», lo que ha contribuido a su popularidad turística.
🧙♀️ 36. Tella-Sin y la ruta de las Ermitas de Tella
Un pequeño pueblo rodeado de un entorno espectacular y cargado de simbolismo es Tella, situado a más de 1.300 metros de altitud en el corazón del Pirineo aragonés. La carretera para llegar hasta aquí es de esas que se quedan grabadas: estrecha, serpenteante y con vistas de vértigo. Pero al final del trayecto te espera un lugar con mucho carácter, donde la naturaleza y la historia van de la mano.
Tella no solo es uno de los pueblos con más encanto de la zona, sino que guarda una tradición ligada a la brujería que sigue muy viva en su arquitectura: muchas chimeneas aún lucen los espantabrujas, objetos colocados para proteger las casas de hechizos y malos espíritus.
Uno de los planes más interesantes que puedes hacer aquí es la Ruta de las Ermitas de Tella, un recorrido circular muy sencillo que atraviesa un paisaje agreste y silencioso. A lo largo del camino se visitan tres ermitas: San Juan y Pablo, Fajanillas y la Virgen de la Peña, todas ellas relacionadas con las antiguas creencias locales que les atribuían un poder protector contra brujas y fuerzas malignas.
La ruta es corta, apenas 2 kilómetros, sin apenas desnivel, así que es muy recomendable para familias con niños. Además, a lo largo del sendero se disfruta de unas vistas abiertas del valle y las montañas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, que parecen sacadas de una postal.
🚂 37. Estación Internacional de Canfranc
Uno de los edificios más imponentes y sorprendentes del Pirineo aragonés es la Estación Internacional de Canfranc, conocida como el «Titanic de las montañas» por sus dimensiones desproporcionadas para el entorno donde se encuentra. Inaugurada en 1928, esta colosal estación fue un ambicioso proyecto de conexión ferroviaria entre España y Francia, atravesando los Pirineos por el túnel de Somport.
Durante unos años funcionó como un importante punto de paso internacional, pero su actividad se truncó tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Francia cerró el tramo francés por razones políticas. Desde entonces, el edificio ha estado envuelto en un halo de misterio, con historias de espías, contrabando y operaciones secretas.
Hoy en día se puede visitar únicamente con visita guiada, y el recorrido por su interior permite conocer la historia de este edificio monumental, que cuenta con más de 200 metros de longitud y detalles arquitectónicos dignos de una capital europea. Además, la estación ha sido recientemente restaurada para convertirse también en un hotel de lujo, lo que ha dado una nueva vida a este lugar tan especial.
🌉 38. Puente románico de San Úrbez
A la entrada del Valle de Añisclo, uno de los sectores más espectaculares del Parque Nacional de Ordesa, se esconde una joya medieval que parece sacada de un cuento: el Puente de San Úrbez. Este puente de piedra, que cruza las aguas bravas del río Bellós, está construido sobre un estrecho paso fluvial en un paraje natural de gran belleza.
La tradición cuenta que fue el propio San Úrbez, un ermitaño que vivió en la zona en el siglo VIII, quien creó el puente de forma milagrosa para poder cruzar la garganta. Más allá de la leyenda, se trata de un ejemplo magnífico de arquitectura románica que ha resistido el paso del tiempo en un entorno abrupto y poco accesible.
Cerca del puente también se puede visitar la ermita rupestre de San Úrbez, construida sobre una antigua cueva en la que, según se cree, el santo pasó gran parte de su vida.
⛪ 39. Iglesias del Serrablo
Entre los valles del Alto Gállego, a medio camino entre Sabiñánigo y Biescas, se encuentran dispersas las Iglesias del Serrablo, un conjunto de templos construidos entre los siglos X y XI que forman uno de los conjuntos más peculiares del patrimonio aragonés.
Estas iglesias, muchas de ellas ubicadas en pequeños núcleos rurales casi abandonados, presentan un estilo muy particular que ha generado debate entre los historiadores. Algunos las consideran de origen mozárabe, mientras que otros opinan que se trata de las primeras manifestaciones del románico aragonés.
La mayoría son pequeñas, construidas en piedra, con ábsides sencillos, campanarios de influencia oriental y escasa ornamentación, lo que les confiere un aire austero y a la vez único. Una de las más destacadas es la Iglesia de San Pedro de Lárrede, considerada la más representativa del conjunto.
🛕 40. Centro Budista Dag Shang Kagyu en Panillo
En medio del paisaje rural del Valle de Ésera, muy cerca de Graus, se encuentra un lugar totalmente inesperado: el Centro Budista Dag Shang Kagyu, uno de los principales centros de budismo tibetano de Europa. Fundado por maestros del linaje Kagyu, este centro de meditación y estudio acoge tanto a practicantes habituales como a visitantes curiosos que desean conocer su entorno espiritual.
El recinto se puede visitar parcialmente sin necesidad de reserva, aunque el acceso al templo principal requiere una visita guiada. Lo más llamativo del lugar es su estupa blanca rodeada de ruedas de oración, pero también destacan el Buda reclinado, los pabellones coloridos y el silencio que envuelve toda la zona.
No es raro ver a monjes caminando por los jardines o participar en algún acto público si coincide con tu visita. Un rincón muy singular que invita a detenerse y desconectar del ritmo del viaje.
🏞️ +1. Monasterio de San Juan de la Peña
Pocas construcciones en España logran integrarse de forma tan espectacular en el paisaje como el Monasterio de San Juan de la Peña, situado al suroeste de Jaca. Lo más impresionante es el llamado Monasterio Viejo, construido directamente bajo un gigantesco saliente de roca que lo protege como un techo natural.
Este monasterio románico del siglo X tiene un enorme valor histórico: aquí se formaron las bases del Reino de Aragón, y varios reyes fueron enterrados en su panteón. El claustro, aunque pequeño, es uno de los más bellos del románico español, con capiteles que representan escenas bíblicas, figuras mitológicas y animales.
A unos metros, se encuentra el Monasterio Nuevo, construido en el siglo XVII tras un incendio en el original. En la actualidad, se puede visitar un centro de interpretación que permite conocer en profundidad la historia del lugar y disfrutar de las vistas del entorno montañoso.
🗺️ Mapa imprescindibles de la Provincia de Huesca
🚗 Itinerarios de fin de semana por la provincia de Huesca
La provincia de Huesca es uno de esos destinos que sorprenden en cada kilómetro, con paisajes montañosos espectaculares, pueblos llenos de historia y rincones naturales únicos. Estos itinerarios están pensados para escapadas de dos días, aprovechando al máximo el tiempo y recorriendo rutas que combinan bien por proximidad y temática.
🏞️ Itinerario 1: Ordesa y Monte Perdido desde Torla
Día 1: Comienza en Torla-Ordesa, uno de los pueblos más pintorescos del Pirineo, puerta de entrada al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Desde aquí puedes hacer una ruta sencilla por el Valle de Ordesa hasta la cascada de la Cola de Caballo, una de las más famosas de los Pirineos.
Día 2: Acércate al Cañón de Añisclo para disfrutar de un paisaje completamente diferente, con paredes verticales, pasarelas junto al río y pozas cristalinas. Si te da tiempo, puedes hacer una parada en el Puente de San Úrbez, un lugar con historia y leyenda.
⛰️ Itinerario 2: Valle de Pineta y cascadas del Cinca
Día 1: Recorre el Valle de Pineta, uno de los valles más espectaculares del Parque Nacional. Puedes hacer una caminata hasta las Cascadas del Cinca, situadas al fondo del valle, o subir al Balcón de Pineta si buscas una ruta más exigente.
Día 2: Visita el pueblo de Tella-Sin, conocido por sus leyendas de brujas y la Ruta de las Ermitas de Tella. El paisaje y las vistas desde el sendero son inolvidables, y el ambiente del pueblo tiene algo especial.
🏘️ Itinerario 3: Pueblos medievales y senderos del Alto Gállego
Día 1: Empieza el día en Biescas y dirígete a Sallent de Gállego, desde donde puedes acercarte al Salto de Sallent o al Ibón de Respomuso. Por la tarde visita Lanuza, con su lago rodeado de montañas.
Día 2: Descubre la zona del Valle de Tena, incluyendo Panticosa y su balneario histórico. Puedes terminar el itinerario con un paseo hasta la Cascada de Argualas o el O Saldo de Escarrilla.
🧱 Itinerario 4: Jaca, Canfranc y el Monasterio de San Juan de la Peña
Día 1: Visita Jaca, ciudad con mucha historia y una catedral románica sorprendente. Luego dirígete a la Estación Internacional de Canfranc, uno de los edificios ferroviarios más imponentes de Europa. Solo se puede visitar con guía, así que reserva con antelación.
Día 2: Dedica la mañana a conocer el Monasterio de San Juan de la Peña, una joya arquitectónica escondida en la roca, con su precioso claustro y panteón de reyes. Termina la ruta con un paseo por el entorno natural del parque protegido que lo rodea.
🌄 Itinerario 5: Senderismo por los Valles Occidentales
Día 1: Dirígete a Ansó o Hecho, dos pueblos tradicionales con arquitectura típica pirenaica. Desde allí, puedes explorar el Parque Natural de los Valles Occidentales haciendo rutas por el Valle de Zuriza o el Bosque de Oza.
Día 2: Haz una excursión al Ibón de Estanés, un lago de alta montaña muy fotogénico. Si prefieres algo más relajado, visita la Selva de Oza, un bosque frondoso ideal para paseos cortos.
🏔️ Itinerario 6: Aínsa, Escuaín y el Cañón de Añisclo
Día 1: Comienza el día en Aínsa, uno de los pueblos más bonitos de Aragón. Recorre su casco antiguo, la plaza y su castillo, y luego acércate a la Garganta de Escuaín, un rincón menos conocido con miradores espectaculares sobre el cañón.
Día 2: Explora más a fondo el Cañón de Añisclo o haz una ruta corta desde Revilla para ver los miradores de los buitres. Si te queda tiempo, visita Tella para una última parada con encanto.
🏞️ Itinerario 7: Sierra de Guara y los pueblos del Somontano
Día 1: Llega hasta Alquézar, un pueblo con mucho carácter enclavado sobre el río Vero. Puedes hacer la famosa ruta de las pasarelas o visitar alguna de las bodegas del Somontano si te interesa el enoturismo.
Día 2: Explora el Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Hay muchas rutas por barrancos, cuevas y cañones. Si prefieres algo más tranquilo, visita el Salto de Bierge o haz un paseo por el Congosto de Montrebei.
🕍 Itinerario 8: Graus, Roda de Isábena y los rincones del Prepirineo
Día 1: Pasea por Graus, con su bonita plaza mayor y la Basílica de la Peña, y continúa hacia Panillo para visitar el Centro Budista Dag Shang Kagyu, un lugar inesperado en plena montaña oscense.
Día 2: Acércate a Roda de Isábena, uno de los pueblos más pequeños de España con catedral. Luego, si tienes tiempo, puedes explorar la zona de Finestres, conocida por su muralla natural, o darte un paseo por la Foz de Salinas.
Aquí termina nuestro recorrido por los 40 lugares imprescindibles que ver en la provincia de Huesca y los 8 itinerarios que te facilitarán la organización del viaje según el tiempo del que dispongas y las zonas que más te apetezca descubrir. Esperamos que esta guía te sirva para planificar tu escapada y disfrutar al máximo del patrimonio histórico, los paisajes de montaña, los pueblos con encanto y la calma que hacen de Huesca un destino muy especial en pleno Pirineo aragonés.
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